lunes, 6 de junio de 2011

El último error de Zapatero

Con todo en contra, con la inmensa mayoría de los españoles desaprobando su gestión, con la aseveración de más la mitad de los que un día le votaron de que no volverán a optar por el PSOE en las próximas generales, con su rival Rajoy mejor valorado que él en las encuestas, con el Partido Popular a más de 15 puntos de distancia en intención de voto... A José Luis Rodríguez Zapatero las cosas no le podían ir peor al encarar el último año de su segunda legislatura. Su situación no parecía susceptible de empeorar. El batacazo en las autonómicas y municipales se daba por hecho, la toma de nuevas medidas de recorte impopulares y el avance en el proceso de reformas se vislumbraba como la única manera de evitar el rescate económico de España, y la incógnita de quién sería el candidato socialista en 2012 era la otra gran preocupación del, además de presidente del Gobierno, secretario general del PSOE.

Desde mayo de 2010, Zapatero ha renunciado a sus principios y ha emprendido el camino que la Unión Europea, Estados Unidos y los mercados le han venido imponiendo. El día en que anunció el primero de los dos paquetes de medidas de recorte en gasto social para evitar la quiebra y cambió Rodiezmo por Wall Street; el día en que la palabra spreed pasó de no estar en su vocabulario a ser la principal de sus preocupaciones; el día que dio portazo a su ideario, renegó definitivamente de sus convicciones y comenzó a desarrollar un programa en el que no cree; el día en que se alejó para siempre de la base social que le había llevado a La Moncloa... ese día Zapatero se quedó con una sola idea en la cabeza: la de inmolarse por su partido y su país, la de hacer de la recta final de su mandato un epílogo que lo retratara como sensato y responsable estadista, cuya altura de miras salvó a España del desastre. Él entonces ya tenía decidido no repetir como candidato y pensó que valía la pena la adopción de medidas y reformas impopulares que estaba seguro mejorarían la situación económica y cuya responsabilidad asumiría él plenamente, liberando a quien quiera que fuese su sucesor. Así maquillaría su empecinamiento en no reconocer la magnitud de la crisis, los "brotes verdes" y tantos y tantos errores a la par que evitaba que todo ello supusiera un lastre para el que viniera después.

Un sucesor cuyo liderazgo Zapatero imaginaba legitimado por el voto de las bases, elegido libremente por los militantes socialistas, como ya pasara con él en el XXXV Congreso. Así aseguró que se haría el mismo 2 de abril, el día que anunció que no se presentaba, cuando reclamó para el proceso de primarias que se abriría "pleno respeto y actitud leal con los tiempos; pleno respeto y actitud leal con el hecho mismo de la concurrencia de una diversidad de candidaturas, si se produce, y pleno respeto y actitud leal, por supuesto, con los resultados". Ya hemos visto que los hechos han quedado muy lejos de suceder así, de suceder como Zapatero quería, acorde con su ideario de "democracia bonita". Rubalcaba impuso su candidatura por la fuerza, no quiso someterse a unas primarias que podían privarle del poder y llevó a cabo un golpe que defenestró a Carme Chacón, la otra aspirante. Zapatero asistió como espectador de lujo a la maniobra del veterano político cántabro y acabó colaborando con él, una vez visto que los "rubalcabianos" iban muy en serio y amenazaban incluso con liquidar al propio presidente y secretario general, con tal de evitar las primarias e imponer a Rubalcaba. Entonces le recomendó a la catalana, la sucesora natural del zapaterismo, que se hiciera a un lado, que esperara a mejor momento para intentarlo. Y ella sucumbió, aunque no sin antes dejar claro que le habían apartado del camino contra su voluntad, con esa inaudita rueda de prensa en la que anunció su no presentación, denunciando el golpe dado por Rubalcaba: “En los últimos días hemos asistido a una escalada que ponía en riesgo la unidad del partido, la autoridad del presidente del Gobierno y secretario general, nuestra imagen como partido e incluso la estabilidad del Gobierno”.



Zapatero cometió su último error al renunciar también a esa sucesión que tenía diseñada en su cabeza, al aceptar la posición de su todopoderoso vicepresidente, quien ya manda más que él mismo. Tras haberle dado vicepresidencia primera, portavocía e Interior en la última crisis de Gobierno, el poder de Rubalcaba ha ido creciendo hasta oscurecer el del presidente y secretario general, cuya autoridad quedó definitivamente mermada el día que anunció que no se presentaría y que recibió el golpe definitivo tras la debacle electoral del 22 de mayo. A Zapatero las cosas ya se le habían ido de las manos, comprendió que la única manera de agotar la legislatura era nominando a Rubalcaba como candidato y no dudó en renunciar una vez más a sus ideas. Quizá se creyera que con el cántabro en el cartel las expectativas mejoraban, que el imposibilitar unas primarias puras evitaba una guerra interna por el poder y que realmente lo mejor para los intereses del PSOE era concurrir a las generales con Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato.

Nosotros creemos que no, que la distancia ya es insalvable y que nada ni nadie podrá evitar la derrota socialista en 2012. El cambio de ciclo iniciado el 22 de mayo se consolidará definitivamente en las generales y el PSOE a lo máximo a lo que aspira es a una derrota digna que no le deje sin posibilidades también para 2016. No estamos seguros de que Rubalcaba, nueve años mayor que el hombre al que va a suceder, pueda garantizar eso más que Carme Chacón y mucho menos que lo pueda hacer tras lo oscuro de su nominación. Toda España ha visto la evidencia de la maniobra, las malas artes empleadas para eliminar a su adversaria y quedarse con el poder. El 71% cree que la elección del cántabro ha sido fruto de un "dedazo". Ayer mismo Sigma Dos, en una encuesta publicada por El Mundo, y Metroscopia, en otra en El País, coincidían en sus resultados y daban al PP 13,8 puntos de ventaja sobre el PSOE, dejando en nada el "efecto Rubalcaba". Hoy es La Razón quien lleva en sus páginas otra encuesta nefasta para los intereses de los socialistas: NC Report eleva hasta los 15,7 puntos la ventaja popular.

Zapatero tenía la posibilidad de al menos maquillar su final con una sucesión limpia y democrática, coherente con los principios que un día pareció tener. Pero también a eso renunció. Igual que cambió a los sindicatos por los mercados, a sus compañeros de la Nueva Vía por la vieja guardia felipista y el pacifismo por el belicismo, dejó a un lado la "democracia bonita" para colocar al incombustible Rubalcaba al frente del timón. Cuando el daño ya está hecho y la tendencia es inexorable, bien podía haberse mantenido firme y al menos apostar por una honrosa sucesión, a la altura del ideario que se le presuponía.

7 comentarios:

  1. Ojalá este fuera el último error. Aún queda un año de gobierno zapateril...

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  2. Hubiera sido peor primarias, cuchilladas entre los socialistas y Chacón de candidata. Está mucho más verde y es mucho más identificable con Zapatero que Rubalcaba, que viene del felipismo. Creo yo.

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  3. El error ha sido garrafal. Y lo pagarán bien caro en las urnas. El PP puede dejar pequeños los mejores resultados de Felipe González. Y el PSOE sigue sin tocar fondo.

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  4. Gracias a todos los que me leéis y comentáis. Al anónimo dos decirle que tiene razón cuando dice que Chacón "es más identificable" con Zapatero que Rubalcaba. Sin embargo, a lo que yo me refiero es a que si la susodicha se hubiera impuesto en unas primarias con un proyecto que ilusionara a la izquierda y a las bases del PSOE su partido estaría en mejor posición de afrontar las generales que con un sexagenario nueve años mayor que la persona a quien sucede y que además proviene del felipismo. Es un contrasentido difícil de entender. "Sucesión" tiene mucho de renovación, de cambio de aires... La juventud, feminidad y catalanidad de Chacón tenía todo eso. Creo que al PSOE le hubiera ido mejor con ella. Rubalcaba es ya prácticamente el Gobierno mismo. Desde octubre su poder es absoluto y muy difícilmente puede sustraerse de la gestión de Zapatero, eludiendo toda responsabilidad.

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  5. No podría estar más de acuerdo, ha sido un movimiento de lo más sucio. Si el PSOE alardea de democracia interna, que no se la salte a la torera porque conviene.

    Un beso

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  6. Quizás Chacón representa cierto cambio, pero se presente quién se presente, perderá frente a Rajoy. O sea que Chacón juega el farol de "me han obligado a apartarme" a sabiendas de que la oportunidad no es ahora, y que probablemente el PP aguantará otros 8 años como mínimo (si no hacen el subnormal como meter a los españoles en guerras que no traen ningun beneficio y que encima nos/os convierten en objetivo terrorista). El PSOE tiene que escenificar el cambio pasadas las más que probables 2 proximas legislaturas del PP, para entonces Rubalcaba estará quemadísimo y será la ocasión real de Chacón para tratar de asaltar la Moncloa. Ahora solo se está haciendo la mojigata "responsable".

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