Firma invitada: Ignacio de Saavedra (Secretario Ejecutivo del PP del Distrito de Salamanca (Madrid) y columnista en varios medios; @nachodesaavedra)
Es empresa difícil tratar de aportar, en apenas un artículo de dos folios, todos los motivos por los que se hace más necesario que nunca votar al Partido Popular en las próximas elecciones del día 22 de mayo. El Gobierno del PSOE ha llevado a España a una encrucijada tan compleja durante los últimos siete años, que sobran motivos para hacerlo. Y es que, en vez de solucionar los problemas que pudieran haber surgido durante sus dos mandatos, el PSOE ha sido quien los ha creado reiteradamente, hasta situarnos en uno de los momentos más sensibles de nuestra historia, ante el grandísimo reto de superar no sólo una profunda crisis económica, sino también otras tres crisis profundas que complican significativamente la anterior: institucional, nacional y de valores. Explicar, por lo tanto, los últimos años del Gobierno socialista no es sólo redactar también la crónica de una nación castigada, sino dar a comprender que estas elecciones municipales y autonómicas tienen, ahora más que nunca, un significado crucial en clave nacional.
Desde el año 2004, los Gobiernos del PSOE han tratado de socavar la institución familiar, la unidad nacional, el sistema educativo, las libertades individuales, el Estado de Derecho, la historia de España y la libertad religiosa. Para ello, han emprendido sin pausa continuas reformas legislativas, muchas veces en pactos con los partidos extremistas y nacionalistas, que han afectado a la misma esencia de nuestra nación, llegando hasta el punto de traspasar los márgenes constitucionales en su camino hacia la deconstrucción de España. En este sendero alocado, los Gobiernos de Rodríguez Zapatero no se han detenido ni aun cuando, como decía arriba, nos han conducido a cuatro profundas crisis que afectan a los pilares mismos de España, en una deriva cada vez más ineficiente, anti-igualitaria, liberticida y antinacional. Explicar estas cuatro crisis brevemente es, por tanto, la mejor manera de redundar en la idea del significado crucial en clave nacional que tienen estas elecciones municipales y autonómicas.
LA ESPAÑA SOCIALISTA Y LAS CUATRO GRANDES CRISIS
Vaya por anticipado que fue Santiago Abascal, en su conferencia titulada “La España por venir… tras la crisis general española”, impartida en el Executive Forum España el 1 de diciembre de 2009, quien enunció por vez primera, o al menos en voz alta y sin ambages, la realidad de la “crisis general” que a continuación expongo. En estos dos años desde entonces, su teoría ha cobrado más fuerza si cabe e incluso se han visto superadas sus dimensiones por la realidad del tiempo.
En primer término, la crisis económica, que se podría haber atajado antes si no se hubiese negado por el Gobierno del PSOE durante meses eternos, ha dejado en la cuneta del desempleo a millones de trabajadores y miles de empresas. Sus consecuencias, como explicarían mejor expertos en economía, van más allá de esto último y afectan también al modelo económico y productivo de España. En este sentido, los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, sin rumbo y con ideas improvisadas y en dirección errónea (aumento del gasto público y del intervencionismo, falta de rigor, descontrol de la deuda y del déficit), han situado a España a la cabeza de parados de Europa y, en cambio, a la cola en bienestar y prosperidad. Las políticas socialistas, como ha quedado demostrado a lo largo de la historia, y concretamente en estos años, han fracasado estrepitosamente. Buen ejemplo de ello es que los países que han confiado en gobiernos liberales y conservadores, defensores de la libertad económica, han salido con mayores facilidades de la crisis internacional.
En segundo término, la crisis institucional, que afecta severamente a casi la totalidad de las instituciones del Estado, convirtiéndolas en poco útiles o, lo que resulta mucho más grave, en aparatos útiles para el PSOE. Su degradación ha sido impulsada, en muy buena parte, por unos Gobiernos socialistas que las han utilizado a su antojo, mediante la intervención directa o las presiones manifiestas, para conseguir sus fines, tales como la persecución de la oposición política, la aprobación de sentencias judiciales favorables o los pactos antinacionales en el Congreso de los Diputados o en los parlamentos autonómicos. ¿Quién puede olvidar a estas alturas la aprobación del inconstitucional Estatuto de Cataluña o la permisividad con los terroristas de ETA? Ante esto, la desconfianza de la sociedad hacia nuestras instituciones es palpable y, en muy buena medida, los Gobiernos de Rodríguez Zapatero son culpables de ello.
En tercer término, la
crisis nacional, que es justamente la que más me preocupa por ir contra la esencia misma de la nación española. Y es que el PSOE ha avalado y emprendido ingentes reformas destinadas a la negación de la existencia de España como nación y, por lo tanto, a la destrucción formal de la misma. Rodríguez Zapatero, el mismo que afirmó sin ruborizarse que “nación es un concepto discutido y discutible”, se llevará tras su marcha el vergonzante galardón de haber sido el inductor de desgarrar la Constitución de 1978. Y es que el proyecto de Zapatero camina en paralelo al de los secesionistas. Sólo de esta manera se entienden sus constantes pactos de Gobierno con ellos en cada rincón de España, así como que las “franquicias” del PSOE en diversas comunidades autónomas hayan sido también las inductoras de iniciativas como los referendos secesionistas, la obligación de rotular los comercios en catalán o el destierro del español a los trasteros de la vida pública.
Por último, la crisis moral y de valores, que parece haber llevado a la sociedad española a un callejón sin salida, absolutamente hastiada por las intromisiones de los Gobiernos socialistas en parcelas en las que el poder político jamás debería poner sus manos. Y es que durante los últimos años, en un proyecto ambicioso por trastocar los valores de la sociedad, reducir nuestras libertades y adoctrinar a los más pequeños, los Gobiernos socialistas han pretendido imponer unos determinados valores morales e incluso han perseguido a aquellos que no les beneficiaban en su carrera alocada contra la institución familiar, el sistema educativo, las libertades individuales, la historia de España y la libertad religiosa. ¿Cómo revertir ahora el adoctrinamiento de Educación para la Ciudadanía o el punto de mira en el que ha puesto a la religión católica? ¿Cómo revertir el inmenso daño que ha hecho a la historia de España, con manipulaciones flagrantes y medidas legislativas encaminadas a borrar una parte de nuestro pasado?
EL CAMBIO ES POSIBLE
A pesar de tanto daño hecho en tan poco tiempo, el cambio todavía es posible en España. Decía al comienzo que las próximas elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo tienen un significado crucial en clave nacional, y es que lo explicado anteriormente demuestra que la encrucijada a la que nos han llevado los Gobiernos del PSOE es de una gravedad absoluta. La única salida a este atolladero económico, institucional, nacional y moral es la necesidad de emprender reformas que vengan de la mano de un Gobierno serio, con sentido de Estado y que devuelva la estabilidad general a una España patas arriba. Es necesario, por lo tanto, que el socialismo tome únicamente la puerta de la convocatoria de elecciones generales anticipadas, porque España no puede resistir por más tiempo el abandono al que está sometida por quien debería gobernar pensando en el beneficio de todos y no sólo en el suyo propio. Y a esa puerta hay que empujarles con su derrota inmediata en las urnas, con la victoria del Partido Popular allí donde todavía no gobierna y, por supuesto, allí donde sí lo hace. Más tiempo con este Gobierno es, sin lugar a la más mínima duda, enterrarnos definitivamente en el fango. El cambio es posible, sí, porque la nación española lo pide a gritos.