domingo, 8 de enero de 2012

La sorprendente irrupción de Carme Chacón

Prueba superada. Carme Chacón ya es oficialmente aspirante (que no candidata, ni precandidata) a liderar el PSOE. Y cuenta, además, con grandes posibilidades de éxito. Su discurso de ayer sorprendió para bien porque pocos la tenían por una oradora competente, por una persona capaz de conectar con el auditorio, de hacer llegar sus mensajes con claridad. Con una intervención estudiada, ensayada, bien construida y articulada, extraordinariamente bien llevada, Chacón se sobrepuso a los evidentes nervios que tenía en el que fue el acto más importante de su vida política.

Más allá del contenido, lo que importa de este tipo de actos son los detalles, la puesta en escena, el no cometer errores y el ser capaz de colocar dos o tres titulares, ya que poca gente está dispuesta a atender y desgranar los 40 minutos de discurso con que la política catalana presentó sus credenciales. Chacón partía en esta carrera por el liderazgo del PSOE con un hándicap a priori muy difícil de salvar: su lugar de procedencia, un pueblo de Cataluña, y su pertenencia a una rama del partido, el PSC, que pretende diferenciarse y separarse cada vez más del tronco. Francisco Pi y Margall fue el último catalán que presidió un Consejo de Ministros en España (durante poco más de un mes, en 1873), si dejamos a un lado la efímera etapa del militar golpista Dávila Arrondo al frente de la Junta Técnica del Estado durante la Guerra Civil. A nadie se le escapa que un candidato catalán a la Presidencia del Gobierno levantaría no pocas suspicacias y provocaría recelos entre muchos ciudadanos, también en el electorado socialista. Aunque grite cada día "viva España" (como reclamó Bono y como a menudo ha venido haciendo Chacón en su condición de ministra de Defensa) y muestre un claro distanciamiento del nacionalismo. De eso era consciente el equipo de la aspirante y por eso dedicaron grandes esfuerzos a reivindicar su españolía, presumiendo, por ejemplo, de sus abuelos andaluces, castellanos y aragoneses. La lucha contra el estereotipo y los prejuicios motivó también que el escenario elegido para su presentación fuera Olula del Río, el pueblo almeriense de su familia paterna donde pasó parte de su infancia. Como además está situado en la región clave para el Congreso Federal, la que aporta el 25% de los votos, se mataban dos pájaros de un tiro.

Chacón sorprendió con una cuidada y acertada presentación. | 20Minutos.

Del discurso de Chacón destacaron, además de los continuos guiños a Andalucía y al PSA, tres aspectos:

1) La brillante respuesta a la artimaña de su rival, Rubalcaba, de arrebatarle la bandera de las primarias abiertas. Su entorno ya se había encargado de recordar que él fue precisamente quien abortó las primarias la primavera pasada y la aspirante a la secretaría general lo remató con ese "si decimos primarias, hacemos primarias"

2) El ataque al que sin duda es el mayor punto débil del ex vicepresidente del Gobierno, lo difícil que resulta asociar su perfil a la renovación que la gran parte del partido considera necesaria para salir del bache. Su llamada a huir del "inmovilismo" que representaría la opción de Rubalcaba salió en todos los medios.

3) La demostración de que puede ser una solvente líder de la oposición, intercalando entre sus propuestas críticas bien elaboradas a la gestión del Gobierno del PP. Este aspecto seguro que acabó de convencer a muchos socialistas que abogaban por el pragmatismo de elegir, sin entusiasmo, a Rubalcaba por su mejor preparación, experiencia y capacidad.

Chacón sumó ayer a sus dos grandes ventajas (la juventud y el menor grado de identificación con el zapaterismo que su rival) la neutralización del hándicap de su procedencia y la demostración de buenas cualidades políticas. El PSC, Griñán, Barreda, Gómez, Pajín-Puig, López Aguilar e Izquierda Socialista son apoyos suficientes para pensar que tiene grandes posibilidades de vencer. Pero, más allá de eso, la impresión que da es que va hacia arriba y todavía queda un mes para la votación final. Rubalcaba, experto en perder elecciones internas, seguro que ya está nervioso.


miércoles, 4 de enero de 2012

El inquietante inicio del Gobierno Rajoy

Nueve días. Ese es el tiempo que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tardó en incumplir su mayor promesa electoral y en legislar en contra del precepto básico de la política liberal que él y su partido aseguran defender. El Ejecutivo del PP no solo llevó a cabo la segunda mayor subida de impuestos de la historia (solo Zapatero aumentando el IVA y eliminando la deducción de los 400 euros le superó en volumen de ingresos previsto), sino que emprendió una reforma fiscal progresiva, en la que las clases medias se llevan, de largo, la peor parte. Un tercer factor redondea la jugada: el anuncio de la medida se hizo mediante el populista discurso que tanto criticaban en la oposición: "que pague más el que más tiene". Como muy bien ha expresado David Gistau, Rajoy ha confundido la disposición al sacrificio de quienes le votaron con la disposición a ser engañados.

De ningún modo puede valer como excusa el haberse encontrado con un déficit dos puntos superior al previsto, puesto que ese desfase era algo que en el PP conocían. Contaban con ello desde hace meses, contaban con ello en la campaña en la que prometieron no subir impuestos y contaban con ello en el debate de investidura donde Rajoy anunció que el ajuste sería de 16.500 millones, sin matizar suficientemente que ese solo sería el principio, dado que era muy posible que el déficit público superara con creces el 6%. El hecho de que se haya ensalzado hasta la saciedad lo "modélico" del traspaso de poderes, el que Rajoy y Zapatero hagan gala ahora de una sobrevenida e infranqueable amistad, el que el presidente entrante despidiera al saliente con un generoso "acertó y se equivocó, como todos" o el que se condecore con la Cruz de Isabel la Católica al Gobierno socialista son solo algunos indicios de cuán paniaguado estaba todo y cuán grande fue el engaño pergeñado por los vencedores de las elecciones y por el Ejecutivo saliente, que hasta hace bien poco también aseguraba con inusitada firmeza que se cumpliría el objetivo de déficit, e incluso que había 4.000 millones de margen.

De Guindos, Santamaría, Montoro y Báñez anunciaron las medidas el 30 de diciembre.

La excusa del despilfarro autonómico tampoco vale. No vale para el Gobierno del PP porque su partido controla la mayoría de las comunidades y algo sabría ya de cómo estaban las cuentas hace unas semanas. Y no vale para los socialistas porque el déficit del Estado ha superado en 3 décimas lo previsto y la Seguridad Social ha acabado el año en números rojos pese a que el Gobierno del PSOE esperaba un superávit del 0,4%.

Es obvio que Rajoy y su Gobierno han optado por tomar todas las medidas que creen necesarias desde el primer momento, sin que les tiemble el pulso, con el objetivo de transmitir firmeza a los mercados y a los ciudadanos españoles. Se la juegan en la primera parte de la legislatura sabedores de que una recuperación de la economía a partir de 2013, con un importante ritmo de creación de empleo, calmará al electorado que previamente podría haberse enfurecido no solo por la dureza de esas medidas sino, insistimos en que esto es lo relevante, por el engaño manifiesto del PP. Es obvio que el Ejecutivo acaba de empezar a rodar y goza aún de todo el crédito por parte de quienes le votaron, pero haber arrancado con un gesto así puede precipitar la erosión de esos cuatro ministros que anunciaron las nuevas y del presidente del Gobierno. Este jueves vendrá el segundo capítulo del plan de ajustes, seguramente con privatizaciones y supresión de empresas públicas. Y de aquí a marzo, cuando se aprueben los Presupuestos de 2012 (puede que con una subida del IVA, dando otro revés a la coherencia del PP), será un no parar. Lo del viernes 30 fue solo "el inicio del inicio", como dijo la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, pero de este Gobierno se esperaban profundas reformas de cuyo desarrollo aún sabemos poco. La del mercado de trabajo y la del sector financiero son las que más urgen y en ello están ya Báñez y De Guindos. Si no llegan pronto y no empiezan pronto a desarrollar el programa reformista que abanderaron, su crédito se irá diluyendo. No decimos nada si a ello suman una gestión contraria a la antes defendida, una profunda recesión en el primer semestre del año o las contradicciones, desautorizaciones y multiplicidad de voces que se están produciendo en el seno del Gobierno en este inicio de legislatura.