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jueves, 24 de marzo de 2011

Elecciones 2011: la incógnita Baleares

Firma invitada: Sergio Rodríguez Garí (Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y opositor a la Judicatura)

De cuantas Comunidades concurren a las urnas el próximo 22 de mayo, tal vez sea Baleares la que mayores complejidades presenta en el análisis de la situación actual y futura. Tras una legislatura marcada por la corrupción, la inestabilidad institucional y la falta de medidas e inversiones concretas contra la crisis, Baleares se encuentra en un momento de impasse, con la vista puesta en el espectacular aumento de desempleo (cuatro veces mayor que en 2007) y en la creciente degradación de la industria turística de la Comunidad.

La multiplicidad de formaciones que concurren a las próximas elecciones (a las tradicionales se suman unas de nuevo cuño y otras fruto de escisiones y refundaciones) exige un análisis pormenorizado para comprender mejor el enrevesado mapa político balear:


Partido Popular. Tras un congreso abierto a la militancia, el PP ha logrado renovar toda su dirección y presentar listas limpias de imputados con candidatos noveles en las principales instituciones de las Islas, de marcado perfil profesional, y primando la experiencia sobre la militancia (Bauzá por el Govern, Salom por el Consell de Mallorca e Isern por el Ayuntamiento de Palma). El discurso del PP para los comicios municipales y autonómicos se centrará en el apoyo a las PYMES, la educación y la libre elección de lengua.


PSIB-PSOE. La formación dirigida por Francesc Antich, tras una legislatura caracterizada por las tensiones internas derivadas de su pacto con UM, ha apostado por la continuidad, manteniendo a todos los cabezas de cartel de 2007, con el propio Antich al Govern, Armengol al Consell de Mallorca y Calvo al Ayuntamiento de Palma. Su discurso se centrará en la honestidad y la transparencia, aunque el imputado Xicu Tarrés encabeza la lista por Ibiza.


Unió Mallorquina (UM). Tras la imputación de toda su cúpula directiva por diversos escándalos de corrupción y compra de votos, el partido dirigido durante dos décadas por la todopoderosa María Antonia Munar se ha disuelto, y sus principales dirigentes y militantes han formado Convergència de les Illes Balears, un partido nacionalista con pretensiones de bisagra de Gobierno, que sigue la estela ideológica de su predecesor, pero del que pretende desvincularse.


Bloc. La plataforma de izquierdas, integrada por el PSM, Entesa Nacionalista, ERC, IU y los Verdes se ha roto tras una andadura de cuatro años, en que su apoyo al PSOE ha sido clave después de la ruptura del pacto de gobierno con UM. IU concurrirá en solitario, enfrentándose a sus antiguos socios en el disputado sector del voto nacionalista de izquierda.

UPyD y CDS (ambos sin representación parlamentaria) competirán por atribuirse el voto de centro desencantado con los principales partidos. Ambas formaciones comparten un discurso que se solapa en la mayoría de sus planteamientos, centrados en la austeridad, el bilingüismo y la transparencia institucional.

Lliga Regionalista: tras su imputación en el caso “Plan Territorial”, Jaume Font, diputado popular asociado al ala más regionalista del PP, fue excluido de las listas a las elecciones. En respuesta, Font abandonó las filas populares y creó la Lliga, un partido regionalista y conservador, llamado a nutrirse de votos del PP en la zona rural de Mallorca pero que, paradójicamente y según los sondeos, podría asegurarle la mayoría absoluta al captar voto de la extinta UM, cuya representación fagocitarían los populares.

De esta exégesis se traduce un complicado panorama electoral, especialmente para los aspirantes a revalidar el gobierno multipartito. Por un lado, por el natural desgaste derivado de la crisis económica, que mantiene en progresivo retroceso el voto socialista (que podría pasar de los actuales 22 diputados a los 20). Por otro, por la debilidad extrema del pacto de gobernabilidad, que tras la salida de UM dejó a los socialistas en minoría en todas las instituciones y forzándolos a la prórroga de los presupuestos. Asimismo, la fractura de sus socios de gobierno (con la división del Bloc y la disolución de UM) disgregaría el voto regionalista y nacionalista con la inevitable pérdida de representación parlamentaria, cuya suma pasaría de los  8 a los 3 escaños. Un hecho que sería aprovechado por los populares de Bauzá, que podrían obtener el mejor resultado de su historia en las Islas, y recuperarían no sólo el control del Gobierno regional, sino también de los Consejos insulares de Mallorca e Ibiza y del Ayuntamiento de Palma, manteniendo además sus principales feudos en la Part Forana (zona rural de Mallorca). Con este resultado, el PP podría no depender ni siquiera del escaño de Formentera, que por primera vez caería del lado socialista debido a la retirada del carismático líder popular de la isla.

Los sondeos publicados, y los todavía más fiables estudios que los partidos guardan celosamente bajo llave, indican una asombrosa coincidencia de resultados que asegurarían un triunfo del PP y una severa derrota de la coalición progresista gobernante, en sintonía con la tendencia que se observa en el resto de España. En todo caso, la atomización del arco parlamentario, la aparición de nuevas formaciones en liza por el mismo campo de voto y la desaparición del partido bisagra por excelencia (UM), arroja un panorama interesante y abierto, que en la noche electoral podría deparar sorpresas en cualquiera de las formaciones, desde una victoria aplastante de los conservadores hasta una pírrica mayoría aritmética de las fuerzas de izquierda, sumados sus escaños. Hasta entonces, solo podemos conjeturar con base en las encuestas y en la intuición, hacia dónde se decantará el voto de los ciudadanos de las Islas Baleares, una de las grandes incógnitas que solo ese vital 22-M despejará.