martes, 21 de diciembre de 2010

¿Quién ha sido el español del año?

La revista Time (o mejor dicho, sus lectores) ya ha elegido al hombre del año 2010: Marck Zuckerberg. El creador de Facebook ha sido según ellos el personaje más destacado del mundo en los últimos doce meses. Desde la Bitácora consideramos de interés y de justicia elegir también al español del año. Y lo hacemos, como no podía ser de otra manera, a través de vosotros, nuestros lectores, que desde ayer ya podéis votar por vuestro candidato en la encuesta habilitada para tal efecto. La selección es nuestra, porque alguien tenía que hacerla, pero si creéis que el ganador debe ser otro, votad esa opción y decid quién es vuestro elegido en los comentarios. Estos son nuestros seis candidatos:


MARIO VARGAS LLOSA (Arequipa, Perú, 1936): Uno de los mejores escritores en castellano de la historia, 2010 ha sido para él el de su consagración definitiva, recibiendo el mayor premio al que un autor puede aspirar: el Nobel de Literatura. Es el primer Nobel hispano en 20 años y el sexto español de la historia. Un genio de una impecable trayectoria, peruano de nacimiento y nacionalizado español en 1993, que acaba de publicar su última novela, "El sueño del celta".

ANDRÉS INIESTA LUJÁN (Fuentealbilla, Albacete, 1984): El futbolista manchego fue el protagonista indiscutible de uno de los mayores éxitos de la historia del deporte español: la consecución del Mundial de fútbol de Sudáfrica. Fue incluido en el once ideal del torneo, en el que marcó dos goles, uno de ellos el de la final. Está cosiderado uno de los mejores futbolistas del mundo y es el ganador virtual del Balón de Oro 2010, trofeo que premia al mejor jugador mundial del año.

ALFREDO PÉREZ RUBALCABA (Solares, Cantabria, 1951): Este año se ha convertido en el miembro del Gobierno con más poder (presidentes al margen) de nuestra democracia. Ostenta la vicepresidencia primera, la portavocía y la cartera de Interior. Su protagonismo no ha parado de crecer, actuando casi a diario como la cabeza visible del Ejecutivo. Es el ministro mejor valorado por los ciudadanos y muchos le ven como el sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del PSOE y como candidato de dicho partido a las próximas elecciones generales.

LOS CONTROLADORES AÉREOS: Uno de los colectivos más famosos del país, han estado en la primera línea informativa durante prácticamente todo el año. La negociación de su convenio con AENA y el Ministerio de Fomento y sus consiguientes disputas han provocado numerosos conflictos. El más célebre, el caos en el espacio aéreo español en el puente de la Inmaculada, ocasionado por el abandono masivo de sus puestos de trabajo por los controladores. La gravedad de la situación llevó al Gobierno a decretar por primera vez en la historia el estado de alarma, que todavía sigue vigente.

ARTUR MAS i GAVARRÓ (Barcelona, 1956): El político español presidente de Convergència i Unió cumplió con los pronósticos y arrasó en las elecciones al Parlament catalán de noviembre de este año. Consiguió 62 escaños, quedándose a tan solo 6 de la mayoría absoluta y asegurándose así ser investido presidente de la Generalitat. De su gestión y sus alianzas con unas u otras formaciones dependerá en buena medida el devenir político del conjunto de España durante los próximos años.


ANA MARÍA MATUTE AUSEJO (Barcelona, 1925): Considerada la mejor novelista de la posguerra española, esta escritora barcelonesa se ha convertido, a sus 85 años, en la tercera mujer que conquista el Premio Cervantes, el más prestigioso de la lengua castellana. También fue en su momento la tercera fémina elegida académica de la RAE, ocupando el sillón "K" de la misma desde 1996. 

sábado, 18 de diciembre de 2010

¿Quién será candidato? (I): La "retirada silenciosa" de Zapatero

Es la mayor incógnita que tenemos en este momento en el espectro político español: la de quién será el candidato del PSOE a las elecciones generales de 2012. Desde hace poco más de un año el debate viene siendo más y más frecuente, más y más constante y, a la vez, más y más interesante. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo incentiva manteniendo el suspense y negándose a aclarar sus intenciones y su futuro político, por lo menos "hasta después de las elecciones autonómicas y municipales". En la presentación del libro "El Maquiavelo de León" (José García Abad, La Esfera de los Libros), una de las primeras y de las únicas obras que se han escrito sobre Zapatero, tuvimos la oportunidad de preguntar al autor sobre cuál creía él que sería la decisión del presidente. Su respuesta fue de lo más elocuente: "Yo creo que a estas alturas no lo sabe nadie, seguramente no lo sepa ni él".

Más de medio año ha pasado desde entonces y muchas cosas han cambiado en España. Si la incertudumbre de Zapatero estaba motivada por las expectativas de éxito electoral, muy probablemente esté ya cerca de decantarse por la retirada. Si el móvil de sus dudas estriba en la falta de ganas, en el dejarse querer por un retiro dorado lejos del ajetreo monclovita/parlamentario, sin duda que los útimos meses habrán ayudado a acentuar tales pretensiones. Si por el contrario el presidente no sabía si volver a ser candidato porque no veía un sucesor de garantías, la delegación de poderes que ha venido haciendo en Rubalcaba puede tener algo que ver con solucionar ese aspecto. Quizás para dar la imagen de que lo tiene todo atado, quizás para preparar realmente la sucesión o quizás para achicharrar al cántabro ante la opinión pública, obligándole a dar la cara por el Gobierno en todo momento y manteniéndose él en un segundo plano, de cara a neutralizar el popular ascenso que Rubalcaba venía experimentando para quedar él, el presidente, como la única alternativa. Cualquiera de las tres lecturas posibles que del acaparamiento de poderes del vicepresidente se haga tiene que ver con la incógnita de la candidatura socialista: la primera y la tercera, para consolidar la vía continuista; la segunda, para dejar camino a otro.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero

Particularmente, creemos que Zapatero no repetirá como candidato. Y la razón es que no vemos razones que le lleven a volver a presentarse. Si ya venía teniendo dudas desde el comienzo de la segunda legislatura, si la presión de su esposa para que lo deje se hace cada vez más insistente, si ya empieza a haber debate interno sobre la conveniencia de que siga, si ya ha sufrido varios reveses electorales y las expectativas son aún peores, si su popularidad está en los niveles más bajos desde que llegó al Gobierno, si más de la mitad de los votantes socialistas aseguran en las encuestas que prefieren otro candidato, se hace difícil detectar algún motivo que pueda llevar a Zapatero a presentarse. Solamente un tenaz convencimiento, una extraordinaria seguridad en sí mismo, podrían hacer que repitiera. Toda vez que esto no existe (dadas las mencionadas dudas que desde años viene teniendo), creemos que es entendible concluir que Zapatero se está despidiendo.

Otro tema es ya que esté preparando la sucesión en la persona de Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde La Bitácora no entendemos así sus últimos movimientos políticos. La delegación de poderes creemos que tiene que ver con algo más práctico: Zapatero ha decidido apoyarse en alguien a quien ve capaz de asumir altas responsabilidades de Goberno. Ha dejado de lado el egocentrismo político que ha marcado su gestión desde 2004 para pedir ayuda, ante la incapacidad de afrontar el solo los numerosos y dificilísimos retos que España tiene a día de hoy. Se acabaron los Ejecutivos de perfil bajo donde solo sobresalía él, los gestos a la galería, las veleidades de "democracia bonita"... Ahora se trata de intentar solucionar problemas para hacer menos malo su final político. Y cree que Rubalcaba puede ayudarle en esa empresa.

Cada vez cuesta más ver a Zapatero en la tele. El hecho extremo de que no fuera él quien anunciara la declaración de estado de alarma fue ya la evidencia total de su "retirada silenciosa". Amagó incluso con no participar en el debate sobre dicha declaración (cuando la Constitución le obliga a ello) y sólo la amenaza del PP de recurrirlo (con la ley de su lado) le llevó a subirse a la tribuna de oradores. Tampocó fue Zapatero quien defendió la prórroga de la alrma el otro día en el Congreso. Le dejó el papel al ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, argumentando que ese mismo día viajaba a Bruselas para asistir al Consejo Europeo. Sin embargo, el presidente asistió a la sesión y permaneció en su escaño hasta el final, hasta el úlitmo minuto. Zapatero se está retirando, se está yendo, está viviendo sus últimos momentos desde la primera línea política y anunciará su decisión de no seguir después del previsible batacazo que su partido se llevará en las elecciones del 22 de mayo de 2011. Ése será el desencadenante, quizá la excusa, pero la idea de no seguir ya lleva tiempo en su cabeza. La certeza, probablemente también.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Normalizar la excepción

Por su interés, reproducimos a continuación el artículo de Josep Ramoneda publicado en El País, el jueves 16 de diciembre de 2010, en el que realiza una crítica extraordinariamente bien argumentada a la decisión del Gobierno (respaldada por el Parlamento) de ampliar el estado de alarma hasta el 15 de enero de 2011:


"El Gobierno Zapatero había incorporado a su currículum el dudoso éxito de ser el primer Gobierno democrático español en decretar el estado de alarma. Podía pensarse que este era un empeño más propio de Fraga o de Aznar. Pues no, ha sido Zapatero el que ha desbrozado el camino de las medidas de excepción. El presidente ha decidido ir todavía más lejos: con la prórroga se propone convertir la excepción en normalidad. Y utilizarla como lo que nunca puede ser: un instrumento preventivo. Dos pasos más propios de la cultura política autoritaria que de la democrática.Las constituciones reservan la legislación de excepción para circunstancias muy extremas, desde catástrofes naturales hasta amenazas muy graves para la seguridad. No hay en toda España un solo lugar en que ocurra algo que se pueda catalogar dentro de las situaciones de excepción. De hecho, la única verdadera y dramática excepcionalidad que hay en este país es una tasa del 20% de paro. Y no ha sido esta la que ha provocado el estado de alarma. Prorrogar una medida de excepción porque, según dice el Gobierno, no se ha alcanzado todavía la plena normalidad en los aeropuertos es una barbaridad. Con este precedente, se podría declarar el estado de alarma cada vez que la conflictividad social lleve a una paralización del metro de una ciudad, del transporte por carretera o del tren. El Ejecutivo tiene la obligación de resolver los conflictos laborales con la negociación por muy cafres que sean los colectivos con los que se enfrente. Podía discutirse la apelación al estado de alarma ante una huelga salvaje tan perjudicial -y sin aviso- como la de los controladores en vigilias del puente de la Constitución. Pero, desde luego, no tiene pase su prórroga en una situación de normalidad como la actual y sobre la base de la simple sospecha de que los controladores podrían volver a las andadas.

El Gobierno cortó un movimiento muy impopular con una jugada aparentemente bien calculada que ahora le puede pasar factura. Se sintió en sintonía con la ciudadanía después de mucho tiempo de desencuentros. Y ha pensado que la impopularidad de los controladores da vía libre para seguir marcando puntos. Calmada la situación, la excepcionalidad sobra. La prórroga pone de manifiesto la debilidad del Gobierno: no es capaz de garantizar la normalidad aeroportuaria en las vacaciones de Navidad. Y este es su fracaso, que trata de encubrir con instrumentos excepcionales. Zapatero ha creído que la impopularidad de los controladores obligaría a los demás partidos a apoyar incondicionalmente el estado de alarma. Se ha equivocado, porque el gesto delataba debilidad y la oposición no podía desaprovechar la oportunidad.

¿Qué hará ahora el Gobierno cuando aparezcan otros conflictos impopulares en el país? Los habrá, sin duda, como corresponde a un momento en que, con la crisis, se están a punto de superar todos los umbrales de la desigualdad sostenible en la sociedad española. ¿Va a organizar Zapatero un estado de alarma contra cada colectivo? El PP creó el lío, dándoles a los controladores todo y más. El PSOE ha tenido seis años para resolverlo y ha sido incapaz. Ahora, opta por una vía extraordinaria que nadie osó utilizar ni siquiera en los momentos de más brutal ofensiva de ETA. Este país va a pagar caro el recurso al estado de alarma. Primero, porque ha sentado el precedente: a cualquier otro Ejecutivo le será mucho más fácil dar el paso. A la derecha española, con la carga tan reaccionaria que lleva encima, le han allanado el camino para el futuro. Segundo, porque con la opción autoritaria ocurre como con la droga: que la dosis se hace rápidamente pequeña y todos quieren más: el que toma la decisión y la ciudadanía que la recibe. Si así se despachó a los controladores, ¿por qué no se puede hacer igual con cualquier otro colectivo incómodo?

En medio de la deriva conservadora que vive el continente, el Gobierno no ha querido ser menos. Normalizar la excepción es incompatible con la idea de democracia, que es precisamente un régimen en que la excepción solo cabe en circunstancias muy extraordinarias. Convertirla en arma preventiva es directamente una violación de la propia idea constitucional de excepción, que se legitima en lo que ha ocurrido, no en lo que hipotéticamente pudiera ocurrir. Si el Gobierno sospechaba de los controladores ¿por qué no impuso al estado de alarma antes de la huelga salvaje? Porque sabía perfectamente que no era posible. Ahora, tampoco."

Texto original: "Normalizar la excepción" (Josep Ramoneda)

martes, 14 de diciembre de 2010

Más alarma

Finalmente, el Gobierno ha decidido pedir autorización al Congreso para prorrogar el estado de alarma. La razón es que no se fía de los controladores, teme nuevas espantadas como la del pasado puente de la Inmaculada y asegura que la única manera de garantizar el correcto funcionamieno del tráfico aéreo en Navidad es mantener a los controladores militarizados. Es decir, que no se ha producido avance alguno en las negociaciones y el conflicto entre AENA y los controladores aéreos sigue tan vivo como el primer día. Así que el Ejecutivo sigue en manos de este colectivo, a quien solo puede meter en vereda con la ampliación de esta excepcionalidad legal que nos deja al margen de la normalidad constitucional.

Se le resiste este hueso al Gobierno, continúa la pesadilla y lo que en un primer momento parecía la oportunidad soñada para llevar a cabo toda una demostración de fuerza y salir reforzado de la crisis, corre el riesgo de convertirse en otro hándicap más para un Ejecutivo que no gana para disgustos. El conflicto sigue sin solucionarse y cada día que España pasa en estado de alarma como medida preventiva es un día en el que la debilidad del Gobierno se hace un poco más evidente, incapaz de ver una solución, incapaz de arreglar el problema sin sacar a los coroneles de la torres de control.

El ministro de Fomento, José Blanco, y el presidente del Gobierno, José Luis Rguez. Zapatero

No le viene nada bien al Gobierno la situación y sin embargo la prorroga. Un Ejecutivo que no se caracteriza precisamente por su militarismo no prescinde del Ejército para mantener a raya a los controladores. No puede. De ninguna manera puede. Los partidos minoritarios de izquierda (de quienes ya tiene el "no" a la ampliación de la alarma garantizado) no paran de recordárselo, de martillearle con que se supone que defiende ciertos principios y sirve a ciertas ideas y causas y sin embargo actúa de manera totalmente opuesta. Por el otro lado son menos duros, le apoyan en su política de firmeza pero tampoco escatiman en críticas a la falta de previsión, a la falta de recursos y a la incapacidad de desatascar el maldito conflicto con los controladores. La semana pasada en el Congreso, Zapatero se esperaba una sesión más o menos amable, muy institucional y de pocos sofocos. Pasó lo contrario. Tras explicar el presidente las causas que le llevaron a declarar por primera vez en nuestra reciente historia democrática el estado de alarma (de manera convincente, con un discurso bien articulado y muy conseguido), el resto de partidos se le lanzaron al cuello. A las durísimas críticas de los partidos de izquierda se unieron las más moderadas de CiU y PNV (que le apoyaron pero no dejaron de acusarle de gestionar mal este tema) y el golazo por toda la escuadra que Mariano Rajoy le metió al triunvirato Zapatero-Rubalcaba-Blanco cuando parafraseó al segundo para calificar al tercero de "inútil total con ciertas dosis de caradura". Y todo ello sin que se pueda decir que fue el líder del PP quien pronunció tales palabras. Jugada redonda. El presidente no supo responder.

El Partido Popular, por su parte, se ve ahora en una gran encrucijada de la que hay que ver cómo responde. A esta hora nadie sabe si los de Rajoy apoyarán la prórroga del estado de alarma, se abstendrán o se opondrán. Dicen que esperarán a que el Gobierno explique las causas que según él lo justifican así como lo que ha hecho durante estos once días para tratar de solucionar el conflicto y, a la luz de ello, actuar en consecuencia. Lo cierto es que en el PP están convencidos de que si la situación fuera al revés, si ellos gobernaran y hubieran decretado la alarma, el PSOE jamás les hubiera apoyado. Lejos de eso, creen que los socialistas hubieran aprovechado para asociar a los populares con lo antidemocrático, lo autoritario y lo militarista. Por otro lado, saben que la opinión pública está mayoritariamente en contra de los controladores y del lado del Gobierno y esperan la mayor firmeza posible contra un colectivo que ha causado semejantes daños con tan pocos motivos. Y no pueden ir contra una corriente tan mayoritaria sin quedar mal, sin ser impopulares en su decisión. De manera que tienen que elegir entre apoyar al Gobierno a cambio de nada o ir en contra a cambio de dejarse un buen jirón de popularidad entre el electorado. Difícil papeleta que probablemente se resuelva durante la misma sesión del Congreso en la que el Gobierno pida la prórroga. Estaremos atentos.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El lenguaje de los políticos

Es fin de semana, la actualidad política da un respiro después de diez días intensísimos (Sáhara, controladores, wikileaks...) y me parece interesante rescatar un breve pero sugestivo artículo publicado por el periodista César Calderón en su recomendable blog, NetoRatón, sobre el lenguaje de los políticos. Es sabido por todos que las palabras que usan los políticos están pensadas y más que pensadas. Envuelven la realidad de manera concienzuda y ponen gran empeño en emplear el eufemismo adecuado que no llame a las cosas por su nombre cuando no conviene. De eso es de lo que escribió Calderón recientemente y me parece de justicia compartir dicho post con los lectores de "La Bitácora". Aquí os lo dejo:

¿Qué quieren decir algunos políticos cuando dicen...?
  • ¡Nunca! : Por el momento
  • ¡Siempre! : Por ahora
  • Pongo la mano en el fuego por … : Yo tampoco me fio de él
  • Estamos trabajando en ello: No lo voy a hacer nunca
  • Hoy celebraremos una rueda de prensa: Hoy haremos unas declaraciones y no admitiremos preguntas
  • No se nada de ese tema: No me apetece hablar de ello
  • ¡Combatiremos la corrupción!: Bueno, siempre que no sea en Valencia y no nos cueste votos
  • Apoyamos el estado de las autonomías: Al menos de aquellas en las que gobernamos
  • Estamos por encima de las mejores expectativas: Hemos perdido las elecciones
  • ¿Me puede repetir la pregunta?: A ver como salgo de ésta
  • Apostamos por la democracia interna: El candidato será quien yo diga
  • Tenemos un problema de comunicación: Maldición, nos han pillado

El artículo original, aquí: http://www.netoraton.es/?p=19043

    martes, 7 de diciembre de 2010

    Cuestiones sobre la crisis de los controladores

    La desproporcionada, injusta e injustificada reacción de los controladores aéreos a la regulación unilateral y por sorpresa de su jornada laboral por el Gobierno ha eclipsado absolutamente todo. Los focos se han centrado en el caos provocado por un colectivo de dos mil personas, que ha puesto en jaque a todo un país, afectando a 600.000 personas y provocando unas pérdidas que se calculan en torno a los mil millones de euros en nuestra maltrecha economía, el 0,1% del PIB. La respuesta ha sido tan salvaje que poco importan las causas que les han llevado a comportarse de tal manera. Nada puede justificarlo. Los controladores se han equivocado al llegar tan lejos, parece evidente. Sin embargo hay más cosas importantes que merecen nuestra atención en toda esta historia.

    España está en estado de alarma por primera vez. Nunca, en los 32 años de democracia, se había llegado a tal extremo. No me atrevo a hacer un juicio absoluto sobre el trasfondo de esta crisis, en la que sin duda confluyen intereses, estrategias y de la que conocemos con suerte el 1% de lo que en realidad hay. Tan solo puedo lanzarme a plantear algunas cuaestiones que se me vienen a la cabeza después de analizar fríamente la situación:

    1) ¿Por qué el Gobierno decide acabar por las bravas con el conflicto de los controladores aéreos (que ya dura años) la víspera del puente más importante del año? ¿Torpeza o estrategia?

    2) ¿Intuía el Gobierno la magnitud del problema que sobrevendría tras la aprobación del Decreto? De ser así, ¿por qué siguió adelante a pesar de todo?

    3) ¿Es por eso por lo que Zapatero tomó la insólita decisión de ausentarse de la Cumbre Ibeoramericana?

    4) ¿Es cierto que, tal y como se ha filtrado,  los controladores conocían lo que el Ejecutivo planeaba y el jueves le hicieron saber lo que pasaría si seguía adelante? ¿Por qué el Gobierno no hizo caso a esas advertencias? ¿Firmeza? ¿Frívola conveniencia?

    5) ¿Tiene algo que ver la privatización parcial de AENA (anunciada el miércoles) con la decisión de afrontar de una vez por todas el conflicto con los controladores? ¿Es todo una estrategia para conseguir apoyo popular para esta iniciativa?

    6) ¿Por qué razón el Presidente del Gobierno ha estado desaparecido durante toda la crisis? ¿Por qué no ha salido a dar explicaciones de lo que pasaba? ¿Acaso la situación no era lo suficientemente grave como para que lo hiciera? ¿Por qué es Rubalcaba el encargado de anunciar que por primera vez en la historia España está en estado de alarma, cuando Zapatero está a tan solo unos metros de la sala de prensa donde tiene lugar dicho anuncio? ¿Es todo una estrategia para dar cancha al vicepresidente de cara a un futuro relevo al frente del PSOE, que incluiría elegir al santanderino como candidato a la presidencia del Gobierno en 2012?

    7) Tras una semana aciaga para el crédito del Gobierno y de su Presidente, ¿se ha tratado de ganar apoyo (interno y externo) provocando una gran crisis a escala nacional?

    8) ¿Está realmente justificado el estado de alarma? ¿Realmente era necesario llegar tan lejos? ¿No había otros medios de solucionar la crisis? ¿Se ha hecho conforme a la ley? (Respecto a esta última cuestión, se recomienda la lectura de este artículo de Juan Carlos Escudier, publicado en "Cuarto Poder")

    9) ¿Tiene algo que ver el hecho de que en estado de alarma no puedan disolverse las Cortes (y por lo tanto convocar elecciones) con la toma de tan extrema medida?

    10) ¿Hasta cuándo piensa el Gobierno prolongarlo? Si cuando salgamos del estado de alarma la situación se repite, ¿volverá a declararlo?

    11) ¿Son capaces los Gobiernos de llegar tan lejos con tal de sacar rédito político? ¿Están los medios de comunicación sirviendo con rigor a la ciudadanía, fin último que deben perseguir, o también están actuando de manera interesada?

    Podría seguir pero con estas hay suficiente por hoy. Seguro que a vosotros, sufridos ciudadanos, se os ocurren otras cien. U otras doscientas.

    sábado, 4 de diciembre de 2010

    El egoísmo de los controladores aéreos

    Se puede criticar la frivolidad del Gobierno al aprobar unilateralmente y por sorpresa la regulación de la jornada laboral de los controladores aéreos. Es entendible quejarse del proceder del Ejecutivo al arriesgarse a provocar un grave conflicto con un colectivo tan dado a las barrabasadas. Es legítimo que haya quien se lamente de la falta de previsión del Consejo de Ministros, le acusen de ser corto de miras y de una gestión poco responsable. También se pueden aceptar las críticas a la incoherencia de UGT y Comisiones Obreras, que censuran con dureza la actuación de hoy de los controladores y sin embargo alentaron la huelga salvaje de los trabajadores de Metro de Madrid en verano.

    Pero lo que a todas luces es denunciable, lo que de verdad hay que reprobar hoy en voz alta, es el tremendo egoísmo mostrado por un colectivo privilegiado al que le da exactamente igual todo lo que no tenga que ver con ellos mismos y sus intereses. No han pensado en que hoy viernes comienza un puente de cinco días en España. No han pensado en los españoles que viven en el extranjero y quieren aprovechar estas fechas para pasarlas con los suyos. Tampoco en las familias que querían darse un capricho, evadirse por unos días de la cruda realidad nacional e irse de vacaciones. Ni por un momento a los controladores se les ha pasado por la cabeza el tremendo daño que con su lamentable actuación están causando a la ya maltrecha economía española, al turismo, al sector servicios, los millones de pérdidas que han/están ocasionando. La imagen de España se ha deteriorado un poco más hoy por culpa del egoísmo de unos señores que utilizan lo imprescindible que es su trabajo como herramienta de chantaje. Juegan con la vida de cientos de miles de personas sin despeinarse. Todo les da igual. Ellos se plantan en sus exigencias y, si algo no les gusta, se ausentan de su puesto de trabajo y colapsan el espacio aéreo de la quinta economía europea. Así, sin más. 

    Imagen del aeropuerto de Madrid-Barajas, colapsado por el plante de los controladores / EFE

    La manera de comportarse de estos tipos ya venía siendo intolerable pero lo de hoy no tiene nombre. Lo de hoy quebranta todos los límites y da toda la legitimidad del mundo al Gobierno para que actúe con toda la firmeza de que sea capaz. La sociedad exige un castigo para quien se comporta así. La unanimidad en torno a este asunto es total. España quiere que el Mininisterio de Fomento actúe con determinación y ponga a esta gente en su sitio. Quizá ese sitio sea la calle, toda vez que demuestran tamaño grado de irresponsabilidad en uno de los puestos de trabajo que menos relajación permite de cuantos existen. El Gobierno tiene ante sí una oportunidad de oro para actuar conforme la ciudadanía le pide, de dar un golpe encima de la mesa y de ganar en credibilidad. Veremos si está a la altura.

    jueves, 2 de diciembre de 2010

    Zapatero vuelve a pedir tiempo

    La historia se ha repetido. Ha pasado lo mismo que en el mes de mayo: la desconfianza de los inversores en la solvencia de España se ha disparado tras el rescate a Irlanda (hace medio año le tocó a Grecia) y nuestra prima de riesgo ha alcanzado el máximo histórico, con la Bolsa cayendo más de un 14% en un mes. Además, Bruselas ha puesto en entredicho que las previsiones del Gobierno en cuanto a crecimiento y reducción del déficit fueran a cumplirse y se han multiplicado las voces pidiendo transparencia al Ejecutivo. La situación empeoraba día tras día y la respuesta del Gobierno para intentar calmar las aguas también ha sido la misma que en mayo: dar una imagen (o intentarlo) de seriedad, de seguridad en sí mismo y de solvencia. Se han repetido los mensajes de que no se tomarían medidas ante las presiones que se multiplicaban exigiéndolas (de los mercados, de la UE) porque no hacían falta. "Se trata de una fluctuaciones coyunturales en los mercados y no se les va a dar respuesta", aseguraba anteayer el Secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa.

    Sin embargo, la situación se hizo tan insostenible que ayer el presidente del Gobierno tuvo que anunciar un nuevo paquete de medidas de ajuste para reducir el déficit. El efecto fue inmediato: el Ibex ganó un 4,4%, la prima de riesgo bajó a los 254 puntos (después de haber llegado a los 311 el día anterior) y la calma volvió, aunque sea momentáneamente. Hoy se han vuelto a colocar otros 3.468 millones de deuda a un 3,72% de interés. Zapatero pidió tiempo muerto a los mercados por segunda vez en medio año y estos se lo han vuelto a conceder. El problema es que de nuevo es algo coyuntural. Parece inevitable que en unas semanas, quizá unos meses, las dudas vuelvan sobre una España que no afronta las grandes reformas de calado y consenso que necesita (único antídoto para calmar definitivamente a los inversores). Zapatero, haciendo gala de su extraordinario espíritu de supervivencia, ha vuelto a evitar el desastre en el último momento. Se resiste todo lo que puede a aplicar unas recetas en las que no cree, que no están en su ideario, que no pasan la criba de sus principios.

    Pulse para ver el video
    Zapatero, ayer en el Congreso flanqueado por sus dos vicepresidentes

    El hecho de que se haya negado a actuar ante las presiones y al poco tiempo lo haya hecho, impregna un carácter de improvisación al nuevo plan de ajuste que resulta difícil de rebatir. Fue ayer mismo por la mañana cuando Rodríguez Zapatero anunció que suspendía su viaje a la Cumbre Iberoamericana para presidir el trascendental Consejo de Ministros de este viernes, el que aprobará las medidas anunciadas y, previsiblemente, alguna más. Se ha tratado de evitar hasta el final adoptar estas decisiones. Se ha esperado a que no hubiera más remedio... Pero al final se ha hecho. Y se ha hecho 'sobre la marcha'. Un nuevo bofetón al electorado de izquierdas y un argumento más para quienes reniegan de este Gobierno, entre otras cosas, por sus continuos vaivenes e improvisaciones. Zapatero ha sufrido esta semana otro revés a su gestión, otra marea de desgaste importantísima. Pero ha salido vivo. Sigue ahí, a la espera de que la situación mejore y le dé un respiro, está casi encomendado. Hace tan solo unas horas, en una entrevista a CNCB, aseguraba que España será uno de los países que más crezca en los próximos años. Oirle decir estas cosas suenan ya más a anhelado deseo que a predicción argumentada. Y más cuando las previsiones del FMI apuntan a que España será el tercer país que menos crezca en 2012 y el cuarto por la cola en 2013.