domingo, 30 de enero de 2011

Zapatero coge aire y Rajoy salta a la arena

Pese a que hace tan solo unos días parecía imposible, al final el Gobierno ha llegado a un acuerdo con los sindicatos para la reforma de las pensiones. Se trata del primer pacto social de la legislatura (al que también se han sumado la patronal y la "disposición favorable" del PP), en uno de los temas en los que parecía más complicado: ampliar la edad legal de jubilación hasta los 67 años. El Ejecutivo ha cedido en puntos clave (más de la mitad de los trabajadores podrán jubilarse con la pensión máxima a los 65) pero ha logrado el objetivo. Es cierto que los sindicatos tenían poco margen de maniobra, que una segunda huelga general tenía todos los visos de fracasar aún más que la del pasado 29 de septiembre, pero no lo es menos que el acuerdo es un gran logro político, toda vez que la guerra abierta con las centrales sindicales desde hace un año parecía hacer imposible cualquier acuerdo social y más en un punto en que los sindicatos se mostraban tan inflexibles. El Gobierno lo ha logrado, se apunta un buen tanto (que falta le hacía) y respira un poco. Al menos con esta reforma no creará un conflicto social, no sufrirá un excesivo desgaste entre el electorado de izquierdas. Ahora queda que la reforma satisfaga a los mercados, que la UE y nuestros acreedores se la crean, que las cesiones de última hora no supongan un lastre ni dejen la impresión de que el Gobierno se ha quedado a medias. La visita de la canciller alemana Angela Merkel de este jueves será determinante para dilucidar este aspecto.

El presidente del Gobierno, entre los líderes de UGT y Comisiones Obreras

Y mientras tanto, en la otra orilla de la política española, el PP se ha quedado un poco en fuera de juego ante un pacto con el que casi nadie contaba. Han reaccionado sumándose al consenso (tampoco les quedaba otra, nadie entendería que se hubieran quedado fuera de la foto del acuerdo Gobierno-sindicatos-patronal), aunque bien es cierto que la reforma final incluirá gran parte de las reivindicaciones que los populares venían planteando. Como el encaminarla a que la gente deje de jubilarse masivamente a edades tempranas más que a retrasar la edad legal, por ejemplo.

Por otra parte, en Génova siguen lanzados por el revulsivo que para ellos supuso la convención de Sevilla del pasado fin de semana y más seguros que nunca de sí mismos. Se saben ganadores de las elecciones y ahora parece que han decidido que es el momento de ir a por la mayoría absoluta. Que lo tienen demasiado cerca y que el PSOE está ya tan amortizado que casi se ven en la obligación de ir a por todas. Así, han dado un paso más: el de intentar combatir el tan manido recurso de que su labor de oposición se limita a decir lo mal que van las cosas, pero nunca va más allá, nunca hay propuestas de ningún tipo por parte del PP. Saben que este mensaje ha calado en la sociedad, que la mucha gente lo cree real y consideran que supone un lastre para su definitivo despegue.

Por ello, han decidido asumir riesgos y empezar a contar cuáles son sus planes, qué haran cuando lleguen al poder para sacar a España de la crisis. En la anterior entrada ya dijimos que hubiera sido un magnífico colofón a la exitosa convención de Sevilla que Rajoy la clausurara con una batería de propuestas concretas, que centraran el debate político y lo colocaran definitivamente como una alternativa real y de garantías. No lo hizo y lo entendimos: para qué jugársela ahora que están a 15 puntos del PSOE en las encuestas, no le hace demasiada falta.

Mariano Rajoy en un momento de su entrevista con Gloria Lomana en Antena 3

No sabemos qué les habrá hecho cambiar de estrategia pero lo cierto es que lo han hecho: el PP, por primera vez en la era Rajoy, está tomando realmente la iniciativa y ya empieza a contar a los ciudadanos cuál es su programa, qué va a hacer cuando gobierne. Se ha olvidado por completo de Zapatero y su gobierno y ha asumido un discurso responsable, de crítica constructiva y evitando el catastrofismo. En la entrevista concedida el pasado domingo a Antena 3, el líder del PP ya concretó mucho más de lo que en él es habitual pero su destape definitivo ha llegado este domingo, en una extensa entrevista que Casimiro García-Abadillo le hace en El Mundo. El eje del diálogo lo forman las medidas que el Gobierno del PP tomará cuando releve al socialista en el poder (podéis ver y votar las diez propuestas estrella aquí). De hecho ese es el motivo de las tres entrevistas que el mencionado diario y VEO 7 le realizan estos días: examinar sus propuestas. Mañana lunes se publicará la segunda parte de la entrevista en el periódico, dedicada a las medidas políticas que los populares adoptarán si llegan a La Moncloa, y el martes en "La vuelta al mundo" Pedro J. Ramírez le someterá al "examen oral" definitivo.

Parece obvio el cambio de estrategia, el salto cualitativo que el PP pretende dar. Asume el riesgo de que sus propuestas centren el debate y se expone a la crítica. Pero es que a Rajoy ya no le vale con ganar. Quiere lograr 176 diputados para poder desarrollar su programa plenamente y sin depender de nadie. Veremos qué resultado le da.

lunes, 24 de enero de 2011

La Convención de Sevilla, el trampolín del PP

El Partido Popular ha monopolizado informativamente el fin de semana. Su Convención Nacional, celebrada en Sevilla de viernes a sábado con el objetivo de lanzar la precampaña de las elecciones autonómicas y municipales de mayo, ha sido el gran acontecimiento, seguido por todos los medios. Los populares la planteaban como el cónclave de la unidad, queriendo utilizarlo para dar una imagen de partido serio y preparado para gobernar, en medio de la ola de euforia que viven, generada por las encuestas que les pronostican una clara victoria en los próximos comicios de mayo y, sobre todo, en las próximas elecciones generales.

Bajo nuestro punto de vista, lo han conseguido. La convención creemos que ha sido un éxito de planificación y desarrollo, con muchos y variados aciertos y, sobre todo, consideramos que se ha conseguido el objetivo propuesto: el de dar la imagen de partido de estado con altura de miras. Ha sido un gran acto de márketing político.

El primer acierto ha sido la elección de la sede: Sevilla. Que haya sido en la capital andaluza donde se haya reunido el PP al completo para lanzar su programa de gobierno (porque eso es lo que hizo Rajoy ayer, en el acto de clausura) ha sido todo un aldabonazo para las aspiraciones de Javier Arenas, presidente de los populares andaluces y que, según los sondeos, está muy cerca de arrebatar al PSOE el Gobierno de la comunidad por primera vez en democracia. El PP sabe que de lograrlo sería algo histórico, que llevaría a su partido rival prácticamente a la refundación, y no quiere dejar pasar la oportunidad.

El segundo acierto, a nuestro entender, ha sido el eslogan empleado: "Puedes confiar". Una frase corta, en segunda persona del singular y con invitación al optimismo. Tres en uno: fácil de recordar y de entender, que cala; personalizada; y, lo más importante, desacreditando el sambenito que constantemente se le impone al PP: el de que es un partido tremendista, con mensajes negativos. Ése eslogan lo combate.

Mariano Rajoy saluda al auditorio tras concluir su discurso de clausura, ayer en Sevilla | AFP

Otro acierto creemos que ha sido el formato de intervención de los ponentes: sentados en sillas dispuestas circularmente, como charlando, muy a la americana. Daban imagen de cercanía, de normalidad, de seguridad en sí mismos. Solo las intervenciones principales, realizadas desde el atril, se saltaron ese mecanismo. Un buen tanto.

El cuarto acierto, menor porque ha trascendido poco, consideramos que ha sido el centrar la convención en las nuevas tecnologías (la "wikiconvención"). Es una muestra de modernidad (contra el mencionado sambenito del anacronismo) y de estar a la última, cercano a la realidad. Es la era de internet, de las redes sociales, de la revolución tecnológica, y la batalla ya se libra en gran parte ahí, en la red. El PP hace bien en darle importancia a este aspecto tan crucial.

Por último, el discurso de clausura de Mariano Rajoy fue un gran acierto en sí mismo, un broche dorado para una convención casi perfecta. El presidente del partido adoptó un tono presidencialista asombroso. Centró su speech en desgranar lo que hará cuando llegue al Gobierno: empleo, economía, educación, terrorismo, justicia... Tocó todos los palos, parecía su discurso de investidura como Jefe del Ejecutivo. Al actual presidente, ni lo nombró. Tan solo se refirió a él en una ocasión, cuando reivindicó la garantía de buen hacer que representa su partido: "todos tenemos buenas intenciones pero no todos podemos acreditar una gestión capaz de hacerlas realidad, y si no que se lo pregunten a quien ha hecho el mayor recorte social de nuestra historia", sentenció un crecidísimo Rajoy. Hasta ahí llegaron las alusiones a quien se supone que es su rival político.

Pero Mariano cree que ya no hay rival. Que ni siquiera Rubalcaba (el gallego dijo estar "convencido" de que el vicepresidente será el candidato del PSOE) tendrá nada que hacer tras la ola azul que está seguro bañará el mapa autonómico español tras el 22-M, que cree será lo que le catapulte definitivamente a La Moncloa. Y habla como si ya estuviera allí, asumiendo un discurso optimista y conciliador: "España no es un caso perdido y no se resigna. Podemos hacerlo y lo vamos a hacer con toda la nación. A nadie le preguntaremos de dónde viene".

Quizá le faltaron propuestas concretas, materializar esos grandes retos que se propone. Pero también es verdad que no le hace falta: está a más de 15 puntos del PSOE y no le conviene abrir un debate ahora sobre las medidas que tomará cuando gobierne. Lo que le viene bien es que se siga hablando de los millones de parados y de lo mal que está la economía.

El único lunar que le vemos a la convención son las salidas de tono que ha habido en algunas ocasiones. Como la de Jaime Mayor Oreja, identificando al PSOE como el partido que "abraza la cultura de la muerte". Un discurso duro ahora no le conviene al PP. Puede despertar así al dormido electorado de izquierdas, descontento con Zapatero y que tiene pensado castigarle quedándose en casa. Buena parte de la gran ventaja popular en los sondeos proviene de ahí y cuidar eso va a ser la clave de si ganan por más o ganan por menos. Porque la victoria parece cantada.

En definitiva, el PP se planteaba la convención como un trampolín hacia el poder y todo hace indicar que así será finalmente. Sin duda, esta vez a los populares les han asesorado bien. Claro, que con el viento tan a favor todo resulta siempre mucho más fácil.

jueves, 20 de enero de 2011

2011: el año en que España se la juega

Veinte días han transcurrido ya del nuevo año, el 2011, el que todo el mundo considera como "el de la verdad" en lo que a la situación económico-financiera de España se refiere. El ejercicio anterior ya tuvimos dos avisos serios (uno en mayo, otro en noviembre) que nos colocaron al borde del abismo: a punto estuvimos de no poder hacer frente a los altísimos intereses que los mercados nos exigían para financiar nuestra deuda. A ambas crisis, el presidente del Gobierno respondió con sendos paquetes de medidas de ajuste, encaminadas a mejorar el crédito de nuestro país y a demostrar que estaba dispuesto a grandes sacrificios para reducir el déficit público. Fueron reacciones espontáneas, provocadas por la urgencia de la situación y no por un hondo estudio y reflexión, balones de oxígeno que, también en ambos casos, tuvieron un efecto efímero. 

Sin embargo, el presidente del Gobierno parece estar ya firmemente convencido de que no hay marcha atrás, de que la única solución para evitar situaciones así, la única vía de salvación que nos queda para no caer en la bancarrota financiera, es emprender un ambicioso proceso de reformas, muy doloroso y muy costoso, pero absolutamente necesario. Dicho programa consta de cuatro grandes frentes y ha de desarrollarse lo más rápidamente posible:

- El primero es continuar cumpliendo con los compromisos de reducción del déficit, que fijan un techo del 6% para finales de este año. Rodríguez Zapatero ya ha demostrado que, tras meses y meses de negación obstinada, está dispuesto a hacerlo. Así lo demostró en mayo, cuando rebajó el sueldo de los funcionarios, congeló las pensiones y eliminó el cheque-bebé, y en noviembre, cuando privatizó parte de AENA y Loterías y suprimió la ayuda de los 426 euros a los parados de larga duración. Es evidente que ese camino no ha hecho más que empezar y que, una vez emprendido, Zapatero va a continuar por él, entre otras cosas porque no le queda otra. Tener un déficit público alto es lo peor que le puede pasar al crédito internacional de España. Pero es que, además, las presiones de la Unión Europea  y de Estados Unidos para que rebaje el nivel de endeudamiento no le permitirán desviarse lo más mínimo. La economía nacional este año seguirá igual de mal o peor que el año pasado, así que recortar será la única solución para lograr el objetivo. 

- Culminar la reforma de las Cajas de Ahorros, impulsando la transformación de muchas de ellas en bancos para que puedan captar capital privado. Nadie se fía de la solvencia de las cajas, cuyo agujero creado por la deuda inmobiliaria es incalculable. Ya se han llevado elevadas partidas de financiación pública a través del FROB, pero es evidente que requieren mucho más. Algunos cifran en 30.000 millones de euros la liquidez inmediata que necesitan para sobrevivir. Superaron los test de estrés, pero el resultado de tales pruebas ya es papel mojado, toda vez que también las superaron los bancos irlandeses y demostrada quedó su insolvencia. Eso ha disparado la desconfianza y ha hecho que afrontar la reforma total de este sector sea algo vital. Seguramente se haga a lo largo del primer trimestre. Su despolitización será otro de los puntos clave.

- En tercer lugar viene la reforma de las pensiones. Aquí ya sí que está puesta toda la carne en el asador, con el objetivo irrenunciable impuesto por parte del Gobierno de fijar la edad máxima de jubilación en los 67 años. En estos momentos, se negocia con los sindicatos para conseguir su apoyo y evitar así una segunda huelga general pero la fecha límite ya está fijada: el 28 de enero el Consejo de Ministros aprobará la reforma, con apoyo de los sindicatos o sin él, con apoyo del Pacto de Toledo o sin él. El Gobierno, y muy especialmente su presidente, lo han repetido hasta la saciedad: el último viernes de enero la jubilación a los 67 será una realidad. Otro de los puntos clave es la ampliación del periodo de tiempo para calcular la cuantía de  las pensiones, actualmente fijado en 15 años y que el Gobierno ya ha anunciado que será mayor. También el PP se ha mostrado favorable a esta iniciativa y solo nos quedan saber los detalles finales. Además, se prevé que la reforma ponga coto a las prejubilaciones.

- Por último, en los próximos meses debe abordarse la reforma de la negociación colectiva, para consolidar la reforma laboral aprobada el año pasado. En principio, según el texto aprobado el Gobierno tiene que esperar hasta marzo para ver si patronal y sindicatos llegan a un acuerdo, pero no es en absoluto descartable que intervenga antes. Todo indica que se eliminarán los convenios provinciales para potenciar los de cada empresa y que se vincularán los salarios a la productividad. Además, es posible que se toque también la regulación de los horarios comerciales, para una posible ampliación de los mismos.

Estos cuatro son los grandes retos que el Gobierno de España tiene por delante y que tiene que afrontar inexorablemente. Parece decidido a ello, una vez que ha visto que quizá no hay más salida, pero debe llegar hasta el final. Ya son muchas las voces que están criticando al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero por quedarse demasiado corto con las reformas y España no puede de ninguna manera asumir el riesgo de quedar en evidencia. El anuncio que el presidente hizo en diciembre asegurando que quedan por delante cinco años de dura travesía en el desierto y que ese ha de ser un periodo de grandes reformas, tendiendo la mano a la oposición (que recogió el guante y se mostró dispuesta a apoyarle) es indicativo de la situación de urgencia en que nos encontramos. Prácticamente no hay margen de error. Hace apenas unos días Portugal (la única pantalla que nos queda ya, tras la caída de Grecia y de Irlanda) estuvo al borde del abismo. Un rescate de España (cuyo PIB duplica el de Grecia, Irlanda y Portugal juntas) es a todas luces inabordable. Nuestra bancarrota supondría también la de la moneda única y no es difícil imaginar cuán negro sería nuestro futuro de tener que afrontar tan dramática situación con la vuelta de la peseta...

viernes, 14 de enero de 2011

Obama renace de sus cenizas

El próximo jueves tendrá lugar el segundo aniversario de la investidura de Barack Obama como 44º presidente de Estados Unidos. Hasta hace unos días bien podría decirse que en estos dos años el flamante Nobel de la Paz había perdido buena parte del crédito que le llevó a lograr la proeza de ser el primer presidente negro de la historia del país norteamericano. Su índice de popularidad tocaba fondo, buena parte del programa con el que ganó las elecciones permanecía (y permanece) en algún cajón de la Casa Blanca aún sin desarrollar y aún estaba muy reciente el gran batacazo electoral que se llevó el pasado mes de noviembre, cuando el Partido Republicano recuperó la mayoría en la Cámara de Representantes y daba un golpe encima de la mesa de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2012, con el ultraconservador Tea Party como gran vencedor moral de los comicios.

Sin embargo, esa feroz polarización de la vida política estadounidense adquirió el pasado sábado una abominable materialización cuando un enajenado de 22 años provocó el caos en un mitin de la congresista demócrata por Arizona, Gabrielle Giffords, pistola en mano, matando a seis personas e hiriendo a otras 20, entre ellas a la propia congresista. Enseguida se vio el hecho como una consecuencia del lenguaje y las formas demasiado violentas empleadas por parte de la oposición más radical a Obama, como la gota que colma el vaso de lo que es aceptable como crítica y lo que lo excede. Se vinculó la matanza con la forma de hacer oposición de Sarah Palin y el Tea Party, a quien ha llegado a acusarse de inductor de la misma.

Y de repente apareció Barack Obama, cruzando el país desde el nevado Washington hasta la soleada Arizona para visitar la zona cero de los hechos, en la ciudad de Tucson, y pronunciar un discurso memorable, que ya ha pasado a la historia como uno de los mejores speechs de todos los tiempos. Resurgió el mejor Obama, el que creció y creció en el Partido Demócrata hasta dejar en nada la grandísima figura de Hillary Clinton, y el que consiguió recuperar el poder para los suyos tras ocho años de gobierno de la Administración Bush.




Un Obama que parecía neutralizado, políticamente muerto hace tan solo unos días, resurgió de sus cenizas cual ave fénix para reivindicar unos Estados Unidos "conciliadores, no hirientes". Lejos de arremeter contra el Tea Party y de acusarles en cierto modo de propiciar un ambiente peligroso, que puede desembocar en desgracias como la de Tucson, Obama citó a la Biblia para asegurar que "suceden cosas malas y debemos evitar explicaciones simplistas posteriormente" ya que "ninguno de nosotros puede saber exactamente qué provocó este ataque despiadado. Ninguno de nosotros puede saber con certeza alguna lo que podría haber evitado que se dispararan esos tiros ni qué merodeaba en lo más recóndito de la mente de un hombre violento." Fue una auténtica maravilla, un monumento al sentido común y toda una lección del papel que debe desepempeñar un Jefe de Estado o de Gobierno. No cayó en la trampa de utilizar mezquinamente lo acontecido para arremeter contra el rival político, sino que sentenció: "lo que no podemos hacer es usar esta tragedia como otra ocasión más para atacarnos el uno al otro. Eso no lo podemos hacer. Eso no lo podemos hacer." El auditorio lo agradeció: "las palabras de Obama curan" llegó a decir un asistente. Las extraordinarias dotes para la oratoria de Barack Obama parecen haberle dado otra oportunidad para rehacerse y llegar a 2012 con opciones de revalidar la victoria de 2008. Aún queda tiempo hasta entonces, pero la iniciativa política ya la ha recuperado, su popularidad ha aumentado (un 68% de los estadounidenses aprueba su discurso de ayer) y, lo que es más importante, se ha vuelto a ver al Obama de hace dos o tres años.

martes, 11 de enero de 2011

Felipe, de nuevo protagonista

Llama la atención la frecuencia con la que el expresidente Felipe González está apareciendo últimamente en los medios para opinar sobre todo lo humano y lo divino. Ayer acudió a "Los Desayunos de RTVE" y a nosotros nos llamó espectacularmente la atención (por encima del resto de la interesantísima entrevista realizada por Ana Pastor) una de sus frases que, paradójicamente, prácticamente nadie ha resaltado. Cuando González era preguntado sobre si creía que los ciudadanos tienen mejor valoración de él que del actual presidente del Gobierno, contestó: "Sí, probablemente sí, porque con el tiempo se van olvidando las barbaridades que hice y afloran las cosas positivas". ¿A qué barbaridades se refiere González? Ana Pastor dejó pasar la oportunidad y nos quedaremos sin la aclaración, pero se trata sin duda de la tercera referencia más o menos velada que en pocos meses hace Felipe a los GAL, después de que reconociera en una entrevista con Juan José Millás para "El País" que tuvo la posibilidad de volar a la cúpula de ETA y aún hoy no sabe si hizo bien no haciéndolo, o de que asegurara en "Vanity Fair" que "de haber podido volar a los terroristas de Hipercor lo hubiera hecho". Nos parecen apariciones poco afortunadas, que traen a la memoria los peores momentos de la democracia española y que hoy, varios años después de que González declarara ante el Tribunal Supremo que nada tuvo que ver con los GAL, no tienen mucho sentido. 






Vía @melchormiralles

miércoles, 5 de enero de 2011

El error de Francisco Álvarez-Cascos

Francisco Álvarez-Cascos se ha marchado del Partido Popular dando un portazo cuyos ecos han resonado en toda España. El que fuera secretario general del partido durante diez años (o General Secretario, como coloquialmente era conocido), vicepresidente primero durante cuatro años con Aznar y ministro de Fomento otros cuatro, se siente "menospreciado y maltratado" por quienes componen la actual cúpula directiva y se va después de que Génova decidiera no contar con él para liderar la candidatura asturiana de cara a las elecciones autonómicas del próximo 22 de mayo. Cascos llevaba meses postulándose, ofreciéndose a ser el candidato en Asturias, "al rebufo de una marea que así lo quería". Sus intereses chocaban con los de otros compañeros de partido (quienes están al frente desde el último Congreso Ordinario), con los que ha mantenido un durísimo enfrentamiento en estos últimos meses, y finalmente ha sido la Ejecutiva Nacional del PP quien ha tomado la decisión: la candidata del partido en Asturias será Isabel Pérez-Espinosa, actual concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Oviedo. Precisamente el primer edil de dicho consistorio, Gabino de Lorenzo, ha sido el principal opositor a la candidatura casquista, mostrando un inaudito belicismo contra quien fue su principal aliado en la otra histórica disputa interna del siempre conflictivo PP asturiano: la que en 1998 llevó a su entonces presidente, Sergio Marqués, a irse y fundar su propio partido, tras la feroz lucha mantenida con el tándem Cascos-De Lorenzo.

El hecho de que Álvarez-Cascos se plantee, a sus 63 años, volver a la primera línea política es algo que da que pensar. Por mucho que diga que él no ha sido el promotor de su candidatura y que se ha dejado llevar por la gente que le apoya, lo cierto es que es cuando menos curioso que justo ahora, seis años después de que desapareciera tras la derrota electoral de 2004, quiera volver a ser un hombre fuerte del PP, cuando todas las encuestas le sitúan muy por encima del PSOE en intención de voto y con serias opciones de gobernar todas las comunidades autónomas que celebran elecciones este año. Entendemos que es de un gran egoísmo haber renegado prácticamente de la política durante la dura travesía del desierto que el PP ha experimentado en los últimos años y querer ahora, no ya volver, sino encabezar la lista popular por Asturias. Lista que ya se le propuso liderar hace cuatro años, cuando el exministro no lo tuvo a bien y declinó el ofrecimiento. Esto es lo primero que desde "La Bitácora" queremos destacar, ya que nos parece algo muy reseñable y que sin embargo apenas se está teniendo en cuenta a la hora de analizar este asunto.

El oportunismo de Cascos del que hablamos se hace un poco más evidente cuando el histórico político español denuncia lo autoritario de la decisión adoptada por Génova. No le falta razón: el PP es un partido con un gravísimo déficit de democracia interna, donde los militantes nada tienen que decir sobre nada y donde es el aparato rector quien toma todas las decisiones. Pero criticar esto cuando se ha sido secretario general de 1989 a 1999, se ha tenido la potestad de tomar esas mismas decisiones con ese mismo mecanismo autoritario y se ha disfrutado y hecho uso de ella al máximo (como todos sabemos que hizo el General Secretario) en lugar de cambiarlo, es de un oportunismo insultante. Carece de autoridad moral para ello.

Francisco Álvarez-Cascos, en la rueda de prensa que dio el pasado domingo en Oviedo | EFE

Pero la prueba elemental de ese oportunismo la hemos visto en la rueda de prensa del domingo, cuando Cascos recurrió al regionalismo para lanzar su proyecto político: hasta en cuatro ocasiones se refirió a Asturias como "país". Oírle hablar en esos términos precisamente a él y precisamente ahora acaba de convencer a cualquiera de que a este hombre lo único que le mueven ya son sus intereses personales y deja palpable la sensación en cualquier mente que se pare analizar el tema que su tiempo político definitivamente ya pasó. Mostrar ahora este tipo de veleidades movido quizá por la nostalgia del poder (o "de sí mismo" como ha dejado escrito Ignacio Camacho) va del todo contracorriente.

Álvarez-Cascos le ha creado un problema tremendo a su expartido al querer volver cuando le ha convenido y después de estar años desaparecido, pues es una figura histórica reverenciada por muchos en el PP. Tiene un gran respaldo popular en Asturias, es el preferido por las bases del partido en esa comunidad, pero se ha equivocado al pretender volver pues el Partido Popular de ahora poco se parece al que dejó él. Ese error de cálculo le ha valido un enfrentamiento irreversible con su partido de toda la vida, le ha creado un problema tremendo a ese mismo partido, que hasta hace poco iba camino de lograr la mayoría absoluta en Asturias, y todo para mayor gloria de unas aspiraciones que ya no se entienden. Perseverar en esta conducta, haciendo gala de su célebre carácter y testarudez y querer lanzar un partido que solo rivalizaría con el PP y cuyo único logro podría ser truncar la mayoría absoluta del partido de Rajoy, sería ahondar más en un error que bastante le está costando ya a él y a su expartido.

María Dolores de Cospedal ha sido quien ha convencido a Rajoy para seguir con la senda iniciada en 2008 de ruptura con el aznarismo, apostando por un nuevo valor como Pérez-Espinosa, la quinta mujer lider autonómica del PP (se une a Esperanza Aguirre, Alicia Sánchez-Camacho, Luisa Fernanda Rudí y la propia Cospedal). Quizá en Génova han dejado ir el asunto demasiado lejos, intentando lograr un consenso que pusiera a todos de acuerdo, pero eso ha sido imposible y al final se ha sido coherente con la línea que ha regido el partido en los últimos años y, de paso, se ha evitado que toda una fiera indomable como Cascos se erigiera en un peligroso barón autonómico capaz de hacer frente a cualquiera y de enfrentarse con cualquiera, como bien está demostrando ahora. Veremos si finalmente crea o no su propia alternativa en Asturias (sería a todas luces poco elegante que tras la pataleta fuera hasta el final, en venganza  por el trato recibido, que quizás tampoco ha sido el que merecía), pero Cascos está tirando por tierra su imagen de buen gestor que se formó como ministro (no en vano aún hoy estamos inaugurando las líneas de AVE que él promovió) y no debería seguir por ese camino. Como hemos dicho anteriormente, su tiempo ya pasó.

lunes, 3 de enero de 2011

¿Quién será candidato? (II): El enigma Rubalcaba

Sin duda, es "el candidato a ser candidato". La extraordinaria escalada de poder experimentada por su persona en los últimos meses, han convertido los simples rumores que colocaban a Alfredo Pérez Rubalcaba como una de las alternativas a Zapatero en lo que es ya un convencimiento comúnmente extendido: si finalmente el presidente del Gobierno se retira, el veterano tiburón político de Rubalcaba tomará el testigo con total seguridad. Y es que desde que el PSOE recuperara el poder en 2004, su protagonismo no ha hecho más que crecer: fue portavoz parlamentario socialista los primeros años (papel que desempeñó con brillantez) y entró en el Ejecutivo tras la primera crisis de Gobierno para ponerse al mando de Interior y de la incipiente negociación con ETA. Desde entonces se ha mantenido en ese puesto, desempeñándolo con diligencia  y eficacia (terrorismo, seguridad ciudadana, tráfico...) y sorteando los indicios de escándalo con gran soltura, evitando cualquier tipo de desgaste (caso 'Faisán'). Así ha sido, encuesta tras encuesta, el ministro mejor valorado por los ciudadanos y el favorito de los votantes socialistas. Su protagonismo ha ido in crescendo y el presidente del Gobierno, en el peor momento de su vida política, recurrió a él en el mes de octubre, se jugó la última baza con Rubalcaba, a quien convirtió tras la última crisis de Gobierno en el miembro del Ejecutivo con mayor poder de la democracia (presidentes al margen): vicepresidente primero, portavoz y ministro del Interior. Este hecho ha provocado que ya se hable de Rubalcaba como candidato in pectore, 'copresidente' o vicario. Incluso el Partido Popular centra ya su oposición en torno a la figura del cántabro, ninguneando a Zapatero, a quien dan ya por amortizado. El rival ahora es otro.

El vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba

Su proceder, además, no hace sino alimentar la teoría del relevo encubierto, pues contínuamente aparece como la cabeza visible del Gobierno e incluso del propio país. Así ocurrió, por ejemplo, en la visita navideña que Rubalcaba hizo a los militares españoles en Afganistán o en el anuncio de que se decretaba el estado de alarma en España, tras el conflicto con los controladores aéreos, que increíblemente hizo el vicepresidente en lugar del Jefe del Ejecutivo. Día tras día, el veterano político cántabro da la cara por el Gobierno, hablando de todos los temas, explicando todas las medidas, defendiendo cada actuación del Ejecutivo. Todo ello, no hace más que apoyar la teoría de que Zapatero ha decidido retirarse y señalar a Rubalcaba como sucesor.  Hoy mismo el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, declara en "El País" que si el presidente lo deja él solo tiene "tres candidatos: Alfredo, Pérez y Rubalcaba". Parece más que evidente que la sucesión es casi un hecho pero... ¿se corresponden estas impresiones con la realidad?

Nosotros creemos que no. Igual que defendíamos en el post anterior sobre la candidatura socialista a las generales que Zapatero no repetirá, sostenemos ahora que su sucesor no será Pérez Rubalcaba. Las razones que nos llevan a pensar esto son muchas y muy variadas:

1) En primer lugar, no creemos que Rubalcaba esté por la labor de aceptar el caramelo envenenado de encabezar la candidatura socialista. A estas alturas es improbable que el PSOE pueda llegar con opciones de victoria a marzo de 2012 (ayer mismo dos encuestas distintas le situaban a más de 17 puntos del PP) y el vicepresidente lo sabe bien. Rubalcaba siempre se ha caracterizado por ser un político en bambalinas, acostumbrado a trabajar para un líder, un viejo zorro de la segunda línea, de la "intrahistoria" de la política. A punto de cumplir 60 años, después de todo lo que ha vivido, le vemos más cerca de retirarse en lo más alto que de lanzarse a poner su cara en los carteles electorales.

2) Alfredo Pérez Rubalcaba es un buen político, un buen gestor pero creemos que sería un mal candidato. El perfil, la imagen y el carisma es clave para tal empresa. No vale con dominar la dialéctica, los tiempos políticos y la comunicación. Desde Kennedy sabemos que el candidato tiene que entrar por los ojos. Un hombre sexagenario y alopécico es la antítesis del sonriente "ojos azules" de Zapatero, quien sí fue un buen candidato. Esto lo sabe la maquinaria electoral del partido, lo saben los militantes y lo sabe Rubalcaba. Es un factor clave y un hándicap determinante. 

3) Rubalcaba es un activo muy apreciado por las bases socialistas pero con un pasado oscuro que lo vincula a los peores años de la democracia española y detestado por una parte de la sociedad. Así, de ninguna manera se puede ir a unas generales con vocación de partido mayoritario, aunque sea de oposición. Estamos seguros de que él mismo lo que prefiere es mantenerse a la sombra, dedicado a la que es su aténtica pasión: la intriga entre bastidores.

4) De ser él el candidato, resultaría demasiado evidente que su designación ha sido fruto de un "dedazo" de Zapatero, como le ocurrió a Rajoy con Aznar. Justo esto es algo que desde el PSOE (y muy en particular Rodríguez Zapatero) no han parado de reprochar al PP: su falta de democracia interna y lo autoritario de las designaciones. Hacer lo mismo les restaría legitimidad y coherencia, aparte de que es algo que va radicalmente en contra de los ideales políticos del presidente del Gobierno, obsesionado con la legitimación. de los liderazgos a través del voto de las bases. No, Zapatero no señalará a su sucesor. Si se retira, habrá un proceso de primarias o un Congreso en el que todos partirán de cero, de eso sí estamos seguros.

Por todo ello, desde "La Bitácora" apostamos por que Rubalcaba no será el candidato socialista a las generales. Más bien le vemos formando parte del equipo del futuro líder (para eso tiene un olfato tremendo) o dejando paso a las nuevas generaciones. Vamos contracorriente pero es nuestra opinión. ¿Cuál es la tuya?