El Partido Popular ha monopolizado informativamente el fin de semana. Su Convención Nacional, celebrada en Sevilla de viernes a sábado con el objetivo de lanzar la precampaña de las elecciones autonómicas y municipales de mayo, ha sido el gran acontecimiento, seguido por todos los medios. Los populares la planteaban como el cónclave de la unidad, queriendo utilizarlo para dar una imagen de partido serio y preparado para gobernar, en medio de la ola de euforia que viven, generada por las encuestas que les pronostican una clara victoria en los próximos comicios de mayo y, sobre todo, en las próximas elecciones generales.
Bajo nuestro punto de vista, lo han conseguido. La convención creemos que ha sido un éxito de planificación y desarrollo, con muchos y variados aciertos y, sobre todo, consideramos que se ha conseguido el objetivo propuesto: el de dar la imagen de partido de estado con altura de miras. Ha sido un gran acto de márketing político.
El primer acierto ha sido la elección de la sede: Sevilla. Que haya sido en la capital andaluza donde se haya reunido el PP al completo para lanzar su programa de gobierno (porque eso es lo que hizo Rajoy ayer, en el acto de clausura) ha sido todo un aldabonazo para las aspiraciones de Javier Arenas, presidente de los populares andaluces y que, según los sondeos, está muy cerca de arrebatar al PSOE el Gobierno de la comunidad por primera vez en democracia. El PP sabe que de lograrlo sería algo histórico, que llevaría a su partido rival prácticamente a la refundación, y no quiere dejar pasar la oportunidad.
El segundo acierto, a nuestro entender, ha sido el eslogan empleado: "Puedes confiar". Una frase corta, en segunda persona del singular y con invitación al optimismo. Tres en uno: fácil de recordar y de entender, que cala; personalizada; y, lo más importante, desacreditando el sambenito que constantemente se le impone al PP: el de que es un partido tremendista, con mensajes negativos. Ése eslogan lo combate.
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Mariano Rajoy saluda al auditorio tras concluir su discurso de clausura, ayer en Sevilla | AFP |
Otro acierto creemos que ha sido el formato de intervención de los ponentes: sentados en sillas dispuestas circularmente, como charlando, muy a la americana. Daban imagen de cercanía, de normalidad, de seguridad en sí mismos. Solo las intervenciones principales, realizadas desde el atril, se saltaron ese mecanismo. Un buen tanto.
El cuarto acierto, menor porque ha trascendido poco, consideramos que ha sido el centrar la convención en las nuevas tecnologías (la "wikiconvención"). Es una muestra de modernidad (contra el mencionado sambenito del anacronismo) y de estar a la última, cercano a la realidad. Es la era de internet, de las redes sociales, de la revolución tecnológica, y la batalla ya se libra en gran parte ahí, en la red. El PP hace bien en darle importancia a este aspecto tan crucial.
Por último, el discurso de clausura de Mariano Rajoy fue un gran acierto en sí mismo, un broche dorado para una convención casi perfecta. El presidente del partido adoptó un tono presidencialista asombroso. Centró su speech en desgranar lo que hará cuando llegue al Gobierno: empleo, economía, educación, terrorismo, justicia... Tocó todos los palos, parecía su discurso de investidura como Jefe del Ejecutivo. Al actual presidente, ni lo nombró. Tan solo se refirió a él en una ocasión, cuando reivindicó la garantía de buen hacer que representa su partido: "todos tenemos buenas intenciones pero no todos podemos acreditar una gestión capaz de hacerlas realidad, y si no que se lo pregunten a quien ha hecho el mayor recorte social de nuestra historia", sentenció un crecidísimo Rajoy. Hasta ahí llegaron las alusiones a quien se supone que es su rival político.
Pero Mariano cree que ya no hay rival. Que ni siquiera Rubalcaba (el gallego dijo estar "convencido" de que el vicepresidente será el candidato del PSOE) tendrá nada que hacer tras la ola azul que está seguro bañará el mapa autonómico español tras el 22-M, que cree será lo que le catapulte definitivamente a La Moncloa. Y habla como si ya estuviera allí, asumiendo un discurso optimista y conciliador: "España no es un caso perdido y no se resigna. Podemos hacerlo y lo vamos a hacer con toda la nación. A nadie le preguntaremos de dónde viene".
Quizá le faltaron propuestas concretas, materializar esos grandes retos que se propone. Pero también es verdad que no le hace falta: está a más de 15 puntos del PSOE y no le conviene abrir un debate ahora sobre las medidas que tomará cuando gobierne. Lo que le viene bien es que se siga hablando de los millones de parados y de lo mal que está la economía.
El único lunar que le vemos a la convención son las salidas de tono que ha habido en algunas ocasiones. Como la de Jaime Mayor Oreja, identificando al PSOE como el partido que "abraza la cultura de la muerte". Un discurso duro ahora no le conviene al PP. Puede despertar así al dormido electorado de izquierdas, descontento con Zapatero y que tiene pensado castigarle quedándose en casa. Buena parte de la gran ventaja popular en los sondeos proviene de ahí y cuidar eso va a ser la clave de si ganan por más o ganan por menos. Porque la victoria parece cantada.
En definitiva, el PP se planteaba la convención como un trampolín hacia el poder y todo hace indicar que así será finalmente. Sin duda, esta vez a los populares les han asesorado bien. Claro, que con el viento tan a favor todo resulta siempre mucho más fácil.
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Quizá le faltaron propuestas concretas, materializar esos grandes retos que se propone. Pero también es verdad que no le hace falta: está a más de 15 puntos del PSOE y no le conviene abrir un debate ahora sobre las medidas que tomará cuando gobierne. Lo que le viene bien es que se siga hablando de los millones de parados y de lo mal que está la economía.
El único lunar que le vemos a la convención son las salidas de tono que ha habido en algunas ocasiones. Como la de Jaime Mayor Oreja, identificando al PSOE como el partido que "abraza la cultura de la muerte". Un discurso duro ahora no le conviene al PP. Puede despertar así al dormido electorado de izquierdas, descontento con Zapatero y que tiene pensado castigarle quedándose en casa. Buena parte de la gran ventaja popular en los sondeos proviene de ahí y cuidar eso va a ser la clave de si ganan por más o ganan por menos. Porque la victoria parece cantada.
En definitiva, el PP se planteaba la convención como un trampolín hacia el poder y todo hace indicar que así será finalmente. Sin duda, esta vez a los populares les han asesorado bien. Claro, que con el viento tan a favor todo resulta siempre mucho más fácil.
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