Este fin de semana se ha celebrado en Madrid el primer gran acto de la campaña electoral de las que serán las undécimas elecciones generales de la democracia. Aunque técnicamente la campaña no empieza hasta 15 días antes de la jornada de votación, la Conferencia Política en la que el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha desgranado el programa con el que concurrirá a los comicios ha sido, en la práctica, el pistoletazo de salida de la carrera hacia La Moncloa.
La Conferencia era la última oportunidad que el ex vicepresidente del Gobierno tenía de despegar, de empezar de una vez por todas a hacer bueno eso que dio en llamarse efecto Rubalcaba cuando el candidato fue proclamado, de empezar a recortar la enorme distancia que el PP de Rajoy le lleva en las encuestas. El cónclave fue diseñado en Ferraz como la lanzadera definitiva del veterano político cántabro, el colofón a una precampaña agotadora en la que Rubalcaba ha viajado por toda España tratando de marcar distancia política con Zapatero, de crear un perfil político diferenciado del Gobierno socialista, de demostrar que tiene ideas y propuestas para sacar a España de la crisis y, sobre todo, de insuflar ánimos en la decaída moral de los militantes y simpatizantes del partido, que ven inevitable la debacle electoral.
Con el paso del tiempo, se ha ido comprobando que lo que se presentaba como un reto de enormes proporciones era en realidad una misión imposible. Rubalcaba no será el próximo presidente del Gobierno, el PSOE perderá las elecciones del 20-N y Mariano Rajoy ocupará la poltrona de La Moncloa desde el próximo mes de diciembre. Ninguna duda racional cabe ya albergar sobre esto. A 48 días de los comicios, la distancia del PP sobre el PSOE, según la última encuesta publicada, es de 15,6 puntos. La intención de voto de los socialistas se sitúa en un paupérrimo 31,8%, casi tres puntos peor que el registro que ahora es la referencia para Ferraz: el resultado que Joaquín Almunia cosechó en el año 2.000 frente a José María Aznar. Quedar por encima de ese suelo y superar los 125 diputados que el PSOE obtuvo entonces es ahora el objetivo prioritario para Rubalcaba. Y cada vez parece más lejos de conseguirlo.
Rubalcaba rescató a Felipe en el adiós de Zapatero. |
Poco interés tiene, pues, desgranar una Conferencia Política que ha quedado descafeinada por la cruda realidad. Lo más reseñable quizá sea que Rubalcaba ha recurrido a Felipe González para que sea el "agitador agitado" de su campaña. Seguramente la intervención de quien ha sido el político español más carismático de la democracia sirviera para alentar a las huestes socialistas, pero poco efecto podrá tener entre un electorado que lo que necesita son nuevas ideas y nuevas figuras. Muchos de los desencantados con el PSOE, ni siquiera vivieron la etapa de González como presidente. En cuanto a las propuestas, no hubo ninguna realmente novedosa e impactante. La sobreexposición a la que Rubalcaba se ha sometido desde julio y el goteo de promesas electorales que ha venido haciendo le dejaban poco margen de maniobra. Más allá de los gestos ideológicos (sacar adelante la ley de libertad religiosa, luchar contra el "nacionalismo rancio" del PP, instaurar por ley la paridad en los Consejos de Administración de las empresas y cerrar las centrales nucleares), las ideas de Rubalcaba han consistido en dar un paso atrás respecto a su promesa de reformar el sistema electoral (ya no imitará el modelo alemán, se limita a abogar por un "modelo preferencial"), pedir un pacto nacional sobre el empleo, y subir los impuestos del tabaco y el alcohol.
El desánimo y el derrotismo impregnan a un partido que en unos meses ha pasado de tenerlo todo a no tener nada. Hay quien dentro del PSOE ya empieza a contemplar seriamente la posibilidad de no obtener ningún escaño en alguna provincia el 20-N, como Zamora o Guadalajara (en futuras entradas abordaremos esta y otras cuestiones).
Es digno de admirar y de elogiar, en todo caso, el esfuerzo titánico de un candidato que aceptó una misión imposible y se está dejando la piel desde hace tres meses por hacerla un poco menos imposible. Inasequible al desaliento, podemos estar seguros de que Rubalcaba plantará batalla hasta el último día. Aunque se sepa sin posibilidades. "No me voy a dejar ganar", fue su última proclama en la Conferencia Política. Veremos si logra evitar la goleada, algo que sin duda, ya tendría un gran mérito.
Tweet
Ese "no mevoy a dejar ganar" me huele a pásalo, a maniobra tipo 13-M....
ResponderEliminarGonzález, estrella en la Conferencia del PSOE y Aznar, plato fuerte de la Convención del PP este finde. Así nos va. #nolesvotes
ResponderEliminar