-Zarzuela quiso ofrecer una imagen de cercanía y austeridad acorde con el discurso regenerador que Felipe VI viene emitiendo desde su proclamación y que ocupó gran parte de su intervención anoche. Esa coherencia que hay que buscar para lograr la credibilidad. No compareció desde el despacho sino desde una sala de estar más propia de la residencia de cualquier familia de clase media que de un palacio. Se sentó junto a la ventana, imagen que siempre se asocia a claridad, apertura, transparencia. Unos austeros adornos navideños, una lámpara convencional y algunas fotografías familiares componían toda decoración. Nada que no tuviéramos los demás alrededor en ese mismo momento.
-Distanciamiento de los símbolos religiosos. En la proclamación de Felipe VI no hubo crucifijo ni misa posterior. Ayer, por un momento pareció que no había Belén en el habitáculo donde comparecía. ¿Un mensaje de Navidad en el Reino de España sin motivo religioso alguno como atrezzo? Finalmente, al abrirse el plano de la cámara y tras más de cinco minutos y medio de intervención, se vio un pequeño y humilde Misterio, a un par de metros de distancia del Rey y con un sofá de por medio, junto a la bandera de España, también desaparecida hasta entonces, y una foto con sus padres. Esa parte de la estancia apareció justo cuando el Jefe del Estado comenzaba a hablar de la renuncia de su progenitor al trono. Todo medido para marcar distancias con la tradición, con las señas de identidad del reinado anterior. Como él mismo dijo, caminamos hacia "un tiempo nuevo".
El Rey eligió un escenario hogareño, alejado de los fastos con los que se asocia a un palacio |
-Fotografías. Los portarretratos que acompañaban en sus mensajes navideños a Juan Carlos I eran siempre lo más esperado y comentado. El predecesor de Felipe solía elegir inmortalizaciones de los momentos más representativos del año (el Mundial de fútbol en 2010, un acto con mayores y discapacitados en 2006) e imágenes junto a la Reina, el Príncipe de Asturias, las Infantas y/o sus nietos. Felipe VI optó por dos fotografías de su familia directa, una de las vacaciones en Mallorca, vestidos de manera informal los cuatro miembros, y otra junto a Doña Letizia en el avión. Tampoco este detalle es casual. Los Reyes van a bordo de un viaje hacia el tiempo nuevo que impregna los discursos de Don Felipe y no hay que perder ocasión de reflejarlo.
-Corrupción, paro y economía. El mensaje estuvo perfectamente estructurado en tres partes de unos cuatro minutos, excluyendo el agradecimiento inicial y final y la felicitación de la Navidad: economía y corrupción, Cataluña y esperanza en el futuro. Empezó con la corrupción (primera preocupación de los españoles) y fue muy firme aunque optó por no citar a la Infanta Cristina, para evitar volver al lugar del crimen y que su imagen se asocie a la de ella. Es una estrategia legítima pero que chirría con esa contundencia que exige a la clase política para combatir la lacra, si bien remarcó que la responsabilidad pública no debe ser eximente para responder ante la justicia. El discurso económico del Rey es coincidente con el de la sociedad en su diagnóstico (las magnitudes macroeconómicas mejoran pero la economía real no lo nota, se debe crear empleo de más calidad) y de tinte claramente socialdemócrata, también en consonancia con el sentir mayoritario de los españoles ("la economía debe estar siempre al servicio de los ciudadanos", "debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables", "hay que garantizar el Estado del Bienestar"). Felipe se esfuerza por hablar como habla la calle, por mostrar empatía con quienes lo pasan mal, por erigirse en parte de la solución y no del problema, en contra de lo que la gente opina de instituciones y dirigentes políticos.
-Cataluña. La crisis territorial fue atajada sin contemplaciones, en contra de lo que era habitual escuchar a su padre o, en no pocas ocasiones, al mismo presidente del Gobierno y otros mandatarios de primera línea. Además de la ineludible defensa del orden constitucional, el Monarca apeló a los sentimientos, a los vínculos emocionales que unen a todos los españoles y a la tristeza que supone ver que se crean tensiones y desafectos por esta cuestión. Sonó creíble y convencido, en gran parte por la gestualidad corporal con que lo acompañó. En nuestra opinión, fue la gran novedad y sorpresa de este primer mensaje de Nochebuena de Felipe VI y, sin duda, la que más comentarios generará, también por el posibilismo con que fue aderezada.
-Esperanza. A la gente, por enfadada y decepcionada que esté, no le gusta escuchar de sus líderes mensajes negativos. El cerebro humano recibe mucho mejor los mensajes de esperanza y optimistas, siempre que sean parte de un discurso realista y coherente. Por ello, Don Felipe reconocía que hay corrupción, pero añadía que los culpables responden ante la justicia y la mayoría de servidores públicos son honrados; existe un problema territorial entre Cataluña y el resto de España, pero se dispone de los mecanismos necesarios para salvarlo; las cifras de paro son insoportables pero la crisis se está superando gracias al esfuerzo de todos, tenemos una estabilidad política "como nunca antes", "somos una democracia consolidada" y "una nación respetada". No son retos fáciles los que nos esperan, concluyó, pero entre todos somos capaces de conseguirlo. La metáfora de la misión colectiva, tan socorrida y tan funcional, no podía faltar en un discurso tan estudiado, con una puesta en escena tan cuidada.
Imagen con la que concluyó el primer mensaje de Nochebuena del Rey Felipe VI |
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