España está viviendo su año políticamente más activo y decisivo desde la Transición. En dos semanas se iniciará en Andalucía un ciclo electoral que tendrá hasta cuatro citas con las urnas en apenas ocho meses y que renovará todos los parlamentos autonómicos salvo el vasco y el gallego, las corporaciones locales, las diputaciones, las juntas generales vascas, los cabildos, los consells y las Cortes Generales. Todo ello, además, en un clima convulso y volátil como no se recuerda, con los dos grandes partidos cediendo terreno y nuevas opciones ocupando espacios del electorado cada vez más importantes. O eso nos dicen las encuestas.
¿Tendrá su reflejo ese cambio de paradigma también en las elecciones locales del 24 de mayo? Esa es ahora mismo la gran pregunta. En unos comicios donde tanto pesa el candidato y la capilaridad de los partidos (PP y PSOE acostumbran a presentar listas en prácticamente el 100% de los municipios, algo inalcanzable para cualquier otra formación), se hace difícil pensar en un sorpasso, en que la tendencia a la baja del bipartidismo se traduzca en una pérdida masiva de poder territorial. Como intento de dar respuesta a la demanda ciudadana de regeneración, populares y socialistas se están afanando en presentar tantas caras nuevas como sean posibles, apostando en algunos casos por semidesconocidos para el gran público. Una decisión arriesgada, pues en las elecciones locales es precisamente el grado de conocimiento del candidato uno de los factores más decisivos.
A menos de tres meses de la gran cita, iniciar ahora
procesos acelerados de posicionamiento público entraña el grave riesgo de
parecer oportunista y advenedizo, además de poder fracasar en el intento, ya
que en unas semanas poco perfil político se puede marcar más allá del de dar a
conocer tu cara. En el siglo XXI, el de las nuevas tecnologías y las técnicas
depuradas de márketing político, es la capacidad del cabeza de cartel para
mostrarse cercano y humano ante sus vecinos, además del rédito personal que
se haya podido labrar, lo que seguirá siendo clave. Son tiempos de desafección
entre gobernantes y gobernados y, ya que la gente no confía en el político, hay
que intentar que confíe en la persona. Y ganarse la confianza en política, como
en la vida, es algo que lleva tiempo.
Sobre todo eso se interesaron el pasado fin de semana en
Castilla y León Televisión Jorge Francés y María
Núñez, que tuvieron a bien contar con las opiniones del editor de esta
bitácora. En los titulares y a partir del minuto 17.30 del vídeo se puede ver
la información elaborada al respecto por los antedichos profesionales:
Las campañas electorales, ante unos índices de votantes
indecisos que superan el 40% del total, son ahora más decisivas que nunca. Pero
también el electorado está más sobre aviso que nunca y más distanciado que
nunca de las formas de la vieja política. Es desconfiado y receloso y aparece,
al menos a priori, muy dispuesto a abrazar alternativas. Por ello, es
fundamental plantear estrategias serias, coherentes y elaboradas y dejarse la
piel en las calles. El canvassing, la explotación del storytelling, las cañas a
lo Toni Cantó o el WhatsApp a lo David Pérez… todo esfuerzo por empatizar y
mostrarse como uno más (clave de todo, insistimos) será poco. Y además será
inútil si no va acompañado de un conocimiento real de los problemas del
municipio y de un diagnóstico de los mismos coherente con el realizado por el
electorado. Está todo por hacer.
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